"Uno de los mejores narradores cubanos de la hora presente"
(Juan Bonilla)

Del Blog de Díaz-Pimienta

sep
19
Añadido por Alexis Díaz Pimienta el 19 septiembre 2013 a las 4:39 pm

La periodista y folclorista mexicana Aideé Balderas Medina y la decimista Daniela Meléndez estuvieron en Cuba, por primera vez, el pasado verano, participando en las Jornadas Cucalambeanas, la mítica fiesta de las tradiciones guajiras de la isla, una fiesta que tiene como sede principal la Finca El Cornito, en Las Tunas, tierra natal de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, el decimista cubano más importante del siglo XIX. Las Tunas es escenario cada año de los guateques y canturías más importantes de Cuba, donde se reúnen los repentistas jóvenes y los veteranos, en homenaje a las raíces. Aidee Balderas deja constancia en esta hermosa crónica de su aventura, un viaje lleno de música y de versos, para conocer in situ otras tradiciones, parientes cercanas de las culturas huasteca y jarocha, que tanto conoce. Esta es la “crónica de una fiesta anunciada”, contada con emoción y gran belleza.



por Aideé Balderas Medina (México)




Aidee Balderas en el Coloquio Iberoamericano. Foto: Aideé Balderas


27 de junio de 2013, cuatro de la mañana, aeropuerto internacional de la Ciudad de México. En la sala de espera, Daniela Meléndez y yo estamos impacientes por el vuelo que nos llevará hasta La Habana. El avión se retrasa y el reloj avanza lentamente. Misión: ir a la XLVI Jornada Cucalambeana en las Tunas y al XXXIII Festival del Caribe en Santiago de Cuba.

Tres de la tarde. Finalmente arribamos a la Habana. Apenas y nos da tiempo de cambiar dinero y tomar un café; extraordinario, aromático y suculento café expres. Mientras sorbemos el líquido de aquella diminuta taza, el tiempo se detiene. En la cafetería de la terminal dos del aeropuerto José Martí se huele otro tiempo. Los meseros, los anaqueles del estante todo parece de otra época. La gente bebe cerveza Bucanero y ve el fútbol en televisores enormes. Por las bocinas se escucha la voz de un hombre que da anuncios para los pasajeros, profunda y “aguardientosa” voz que con singular acento cubano, me maravilla con cada una de las vocales que menciona y omite al mismo tiempo. Por fin caigo en cuenta, que estamos en Cuba.

El vuelo que va para Holguín también se retrasa. Tic-tac… tic-tac… tic-tac… El reloj avanza sin prisa. La estancia en la cafetería cada vez se hace menos divertida. Diez de la noche, finalmente arribamos a Holguín. El auto que enviarían de las Tunas para recogernos al aeropuerto no llegó, se descompuso de último momento, “se rompió” dijeran los cubanos. Veo varios hombres esperando a solas, les pregunto su nombre, pero ninguno se llama Ronel González, el poeta sin rostro que Alexis Díaz Pimientanos presentó virtualmente y que quizás encontraríamos en el aeropuerto.

Dos jóvenes choferes amablemente nos ofrecen su celular para hacer llamadas, pero no conseguimos comunicarnos con Ramoncito Batista, el director de la Casa de la décima de las Tunas. La noche avanza y nadie aparece para recogernos. Los guardias del aeropuerto amenazan con apagar la luz y cerrar el sitio, nuestro vuelo era el último, ya no hay más actividad por ese día. Hay que decidir pronto o perderemos el único taxi que queda. Los taxistas tienen aspecto confiable, o al menos eso queremos pensar, además es el único medio de transporte que tenemos disponible. Adelante, hay que llegar a las Tunas. Durante una hora viajamos en el taxi, un auto negro modelo 53. En el trayecto vamos escuchando al grupo Orishas. “A lo cubano, botella de ron, tabaco Habano…”

Doce de la noche. Frente a nosotros, el Hotel las Tunas. El cansancio de varias semanas atrás se interpuso, así que decidí no sacar mi cámara fotográfica para inmortalizar a esos jóvenes taxistas de Holguín, dejé que se marcharan, que se alejaran esos dos chicos en su auto negro y con ellos se fue, quizás también una excelente foto.

Al poco tiempo de instalarnos llegó a darnos la bienvenida Ramoncito Batista. A las tres de la mañana llegó otra grata sorpresa, Adriana Díaz Pimienta quien se convertiría a lo largo del viaje en nuestra guía, cómplice y compañera de viaje.

28 de junio, nueve de la mañana. Listas para irnos al Cornito, a conocer la tierra del Cucalambé; sin embargo el destino nos tenía preparados otros planes. Frente al hotel se estacionó un autobús, el cual llevaría a la playa a los integrantes de la delegación de Chile. Una tentadora invitación para conocer el mar Caribe. Imposible decir que no. Una oportunidad poco despreciable para tener un encuentro con el mítico mar caribe. Lo siento muchísimo pero el Cornito, los poetas y honorable recuerdo del Cucalambé tendrán que esperar un día más. La cita estaba hecha y ya no podía posponerse ni un minuto más. Nos subimos al autobús para conocer el Caribe con su múltiples colores. No sabíamos a dónde íbamos, ni a qué hora regresaríamos, pero ahí estábamos con todos los sentidos abiertos dispuestos a disfrutar.

Después de una hora de viaje llegamos al Hotel Covarrubias en Puerto Padre. Protocolo de bienvenida, coctel, traje de baño. Vamos, vamos, vamos a tan anhelado encuentro. Y ahí estaba, frente a nosotros, mucho más bello que en las fotos y mucho mejor de lo que me habían contado. Al ver la variedad de colores azul turquesa del mar caribe, por un momento quedé paralizada, no daba crédito a tanta belleza, no, no es bello es sublime. En ese momento sabía que por el sólo hecho de haber visto el mar, el viaje ya había valido la pena. Ahí me quedé sin habla, contemplando los azules tornasol. La suave arena se pegaba a nuestros pies como si fuera talco. Encuentro que desborda cualquier concepto que usen los estetas al intentar describirlo. Paralizada y sin habla, las lagrimas rodaron por mis mejillas, fue justo en ese momento que me di cuenta que hacía mucho que no lloraba. Últimamente ni de eso me doy tiempo.

Ante tal escenario nos tomamos fotos como para los calendarios de los próximos diez años. Adriana a lo lejos gritaba “tírame la foto… tírame la foto”

Por la tarde, regresamos exhaustas al hotel Las Tunas y en la noche finalmente llegamos al glorioso Cornito, la tierra del Cucalambé. Estábamos ansiosas de escuchar canturías hasta el amanecer, vivir las controversias entre los poetas, todo, queríamos vivirlo todo. El regalo de esa noche, sin duda fue conocer a dos jóvenes poetas, Roly Avalos y Alex Díaz, dos chicos lindos, sencillos, de mirada clara y sonrisa dulce. Con Roly fue muy fácil platicar de libros y de todos los pormenores del evento. La sorpresa fue escuchar al “Marichi Las Tunas” y debo mencionar, un muy buen Mariachi, bueno, no es de extrañarse, ya que en Cuba hay extraordinarios músicos. Ese día nos fuimos temprano a la cama. La canturía se canceló, “se rompió”. Regresamos un poco tristes al hotel y con deseos de oír poesía, pero nada.

Al siguiente día pasó lo mismo, la canturía se canceló. Casi todas las canturías que estaban programadas por la noche se cancelaron por la lluvia y el día que si hubo canturía yo tenía que regresarme en el autobús al hotel porque después no había modo de regresar y al siguiente día me tocaba estar en el Coloquio Iberoamericano de la décima, a primera hora. Lamenté mucho no poder convivir más con los poetas, en un espacio más neutral, envueltos por la complicidad de la noche, sin micrófonos, a la luz de un candil, como surgen las verdaderas fiestas. Los escuché en el concurso Justo Vega, en las galas, los disfrute mucho, pero faltó la intimidad que dan los encuentros informales entre poetas, que se dan fuera del escenario. Claro que en sus cabañas los poetas tuvieron sus canturías espontaneas, pero para ello había que pernoctar en el Cornito y no en el hotel. La próxima Cucalambeana me voy con mi casa de campaña al Cornito, bueno, es una expresión solamente, pero buscaré la manera de estar presente en las canturías.

Uno de los días en el Cornito, Adriana me presentó a Leandro Camargo. Nos metimos a un bar, él bebió una Malta y yo una cerveza Bucanero. “Para que veas que no todos los poetas son borrachos”, me decía Adriana. Platicamos poco tiempo pero todo fue muy sustancioso. Me encantó la lucidez del joven Camargo, profundo admirador de Guillermo Velázquez. Durante la charla me contó sobre una controversia que sostuvieron entre él, Papillo y Alexis Díaz Pimienta. Donde un poeta representó el pasado, otro el presente y el otro poeta, al futuro. Me dijo algunas décimas de memoria, las cuales por supuesto ya olvidé, solamente me quedó el dulce sabor de la emoción con que me contó lo sucedido. Me recomendó mucho que sí pasaba por la Habana, que le pidiera esta controversia a Axel Díaz, el hijo de Alexis; cosa que por supuesto no dejé de hacer. Disfruté muchísimo platicar con Leandro, definitivamente un talentazo. Otro encuentro por demás afortunado fue con Liliana Rodríguez, hermosa jovencita repentista quien recibió el premio Cucalambé 2013 por sus décimas. Me pareció un poco tímida pero por otro lado también es muy valiente abriéndose brecha entre tanto varón. Me comentó que sus inicios fueron en los talleres de repentismo con el método de Alexis Díaz Pimienta, cosa que me dio muchísimo gusto. De alguna manera Liliana es una flor que ha nacido de las tantas semillas que ha sembrado con gran cuidado el gran Alexis.

En el concurso Justo Vega, mis palmas son para Pepito, me maravilló su fuerza y presencia escénica. Esos cachetes colorados y esa energía al soltar los versos que venían a su mente, en definitiva robaron mi corazón. Pepito es otro alumno de Pimienta, ¡Qué raro! Lamenté mucho que no ganara, pero bueno, los concursos son así. También me gustó la rapidez de Yordán Quintero, “el Yayito Ranchuelero”, le tocó como tema el papalote, palabra de origen náhuatl, no sé sí él sabía que papalotl significa mariposa. Sus décimas fueron memorables, después todo mundo quería recordarlas, repetirlas, escribirlas, poseerlas, apropiarse de ellas. Pero las décimas de Yayito no fueron suficientes para el jurado pues el flamante ganador del concurso fue Héctor Luis Alonso de Matanzas.



José Antonio Morales, “Pepito”: “Esos cachetes colorados y esa energía al soltar los versos que venían a su mente, en definitiva robaron mi corazón”


Algo que sin duda me maravilló del concurso Justo Vega fue haber escuchado a los músicos que acompañaban a los poetas. Escuchar el punto cubano con maracas, laúd, guitarra, claves, bongos, timbales y contrabajo, es un verdadero lujo. Bravo por esos tremendos músicos. Seguramente detrás de la organización de concurso hay mucho trabajo y esfuerzo. De los músicos solamente pude platicar un poco con la bella Yannis Suárez, quien además tuvo la gentileza de regalarme un libro ¿Cómo “nace” un repentista? Metodología para la enseñanza de la improvisación poética (primera versión), libro de cabecera de los talleres de repentismo. El autor se los dejo de tarea.


Fue muy divertido ver como Daniela Meléndez y Adriana Díaz Pimienta ensayaban la controversia que Alexis les preparó, un diálogo entre el Sotavento y Cuba. Cuando la leí, moría de la risa, ojala algún día se publique o se monte nuevamente pues en la Gala, cortaron la participación y no lució como estaba planeado, se cortó la parte más lúdica. Caray, qué se puede hacer con esos productores artísticos, que prefieren meter reggaeton que darle más espacio a la décima. Sí, leyó usted bien “reggaetón” en plena Jornada Cucalambeana, en fin, no todo fue tan malo, si se quiere ser optimista, los chicos que bailaron reggaetón lo hacían y estaban muy bien.

En el XV Coloquio Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, conocí al famoso poeta Ronel González. Me explicó que justo ese día tuvo un recital sobre el poeta argentino Oliverio Girondo y que le fue imposible ir por nosotras al aeropuerto. Afortunadamente pronto hicimos una buena amistad y tuvimos la oportunidad de platicar muchísimo sobre la música tradicional de mi país. Ronel es un excelente conversador y también un gran escucha.

El nivel del Coloquio me pareció de lujo. La apertura fue con un concierto, palabras del célebre director de la Casa iberoamericana de la décima, Ramoncito Batista y la conferencia magistral de Jesús David Curbelo.

El primer día del Coloquio me tocó estar en la presidencia de una mesa, eso implicaba estar sentada al frente, en el presídium junto con dos comentaristas más y el ponente. Había que estar muy atenta en todo momento. El segundo día del Coloquio presenté mi trabajo sobre La Lírica en el Son Huasteco. Me dieron solamente quince minutos y me sentí un poco nerviosa ya que era muy poco tiempo para abordar el tema con todo y ejemplos musicales. Ronel estuvo en la mesa, dentro de la comisión de la presidencia y me dio buenos comentarios, al final me regaló una linda décima, me reconfortó muchísimo recibirla. Creo que por el cansancio no cerré como me hubiera gustado pero al parecer mi nerviosismo no se notó y la gente pareció interesada.

Durante la Jornada Cucalambeana para mi hubo dos momento memorables. El primero fue el día que nos llevaron a la comunidad del Tapir a un guateque. Esto fue un día antes del natalicio del Cucalambé. La gente de la comunidad del Tapir se organizó para ofrecer una extraordinaria muestra de música, baile y poesía. Había venta de cerveza casera, la cual, confieso no me atreví a probar. Al final de la fiesta nos ofrecieron de comer Cerdo en púa con yuca y congrí. En México es costumbre agradecer a las cocineras por haber preparado los alimentos, así que le comenté a Diego López Vergara, instructor de los talleres de son jarocho en Tlacotalpan, México, que sería bueno que los chicos cantaran un son a las cocineras, como muestra de agradecimiento. Diego de inmediato convocó a sus pequeños y “a darle a la jarana”. Los niños pronto se arrancaron con la música y los versos. Las mujeres estaban felices, no daban crédito que ahora eran ellas las festejadas. Fue un momento lindo, nuevamente el corazón se me estrujo en el pecho, cosa que le agradezco infinitamente a Diego López, a las cocineras, a todos los que organizaron el guateque.

El segundo momento memorable fue en el cierre del evento, ahora sí, el mero día del Cucalambé. A causa de la lluvia, la gala final se pasó al Teatro principal, desafortunadamente el sonido era inestable y justo a los 10 minutos que había iniciado el evento, se fue la energía eléctrica. Ahí quedamos todos a obscuras pero nadie intento salir del Teatro. Fueron las jóvenes sotaventinas, las alumnas de Diego López Vergara, las que sacaron sus jaranas y se pusieron a cantar en medio de las penumbras. Todos los poetas se acercaron como luciérnagas alrededor de la luz, luz que generaban nuestros corazones. Versos, amistad, entusiasmo, todo se mezcló para crear un hermoso conjuro de hermandad entre los países presentes. Ahí se construyó un puente directo al corazón, ahí fuimos uno con todos. Durante una hora los versos en la obscuridad fluyeron como en un caudaloso río cristalino que nos llenó de alegría. Más tarde regresó la luz y se presentó la gala que estaba programada, pero el plato fuerte ya había sido servido.

Por la noche organizaron una fiesta, cantaron varios poetas, Emiliano Sardiñas, Papillo, Kiko el Cochero, Pepito Morales, el Yayito y Reiber Nodal. Fue así como la Cucalambeana llegaba a su fin. Así que aprovechamos para abrazar a todo mundo. Al día siguiente dejamos atrás la tierra del Cucalambé y nos fuimos con muchas ganas de vivir una canturía de verdad, pero para ello no sabíamos cuanto había que esperar, así que continuamos nuestro viaje rumbo a la ciudad de Santiago de Cuba, al XXXIII Festival de Caribe: La Fiesta del Fuego.

Epílogo

El viaje a las Tunas tuvo grandes momentos, pero no todo fue miel sobre hojuelas. Daniela Meléndez y yo habíamos planeado llegar desde el día 26 de Junio a Cuba, pero la persona a la que le pagamos para que sacara los vuelos provocó un retraso en el viaje y no pudimos estar en la inauguración de la Cucalambeana. Le pedimos habitaciones sencillas y nos reservo dobles, le pedimos vuelos para permanecer días en la Habana y puso los vuelos muy pegados, lo que impedía que pasáramos tiempo en la capital de Cuba. En fin, la novatada de las viajeras. La comida del hotel Las Tunas fue muy mala. También fue muy triste ver el estado deplorable en que se encuentran las cabañas de El Cornito, que no cuentan con las normas mínimas de higiene y seguridad para que los poetas pasen una estancia agradable. Sin embargo, pese a las piedras que se nos atravesaron en el camino, fue un viaje maravilloso y, en definitiva, yo regresaría a Cuba. Todos fueron muy amables. Agradezco en especial a mi querido amigo Junípero Cabrera quien me puso en contacto con la Casa iberoamericana de la Décima de las Tunas y me dio todos los pormenores para poder hacer más cómodo nuestro viaje. También agradezco a Alexis Díaz Pimienta, quien a través de su hermana Adriana, su sobrino Roly, sus hijos Alex y Axel, y sus amigos Ramoncito Batista y Ronel González se mantuvo atento de nuestra estancia en Cuba.

Sin duda, falta mucho por conocer y por hacer, pero una de las cosas quedó clara: el extraordinario nivel poético que tienen los repentistas cubanos. Tan sólo por eso vale la pena el viaje a la isla.

sep
19
Añadido por Alexis Díaz Pimienta el 19 septiembre 2013 a las 4:39 pm

La periodista y folclorista mexicana Aideé Balderas Medina y la decimista Daniela Meléndez estuvieron en Cuba, por primera vez, el pasado verano, participando en las Jornadas Cucalambeanas, la mítica fiesta de las tradiciones guajiras de la isla, una fiesta que tiene como sede principal la Finca El Cornito, en Las Tunas, tierra natal de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, el decimista cubano más importante del siglo XIX. Las Tunas es escenario cada año de los guateques y canturías más importantes de Cuba, donde se reúnen los repentistas jóvenes y los veteranos, en homenaje a las raíces. Aidee Balderas deja constancia en esta hermosa crónica de su aventura, un viaje lleno de música y de versos, para conocer in situ otras tradiciones, parientes cercanas de las culturas huasteca y jarocha, que tanto conoce. Esta es la “crónica de una fiesta anunciada”, contada con emoción y gran belleza.



por Aideé Balderas Medina (México)




Aidee Balderas en el Coloquio Iberoamericano. Foto: Aideé Balderas


27 de junio de 2013, cuatro de la mañana, aeropuerto internacional de la Ciudad de México. En la sala de espera, Daniela Meléndez y yo estamos impacientes por el vuelo que nos llevará hasta La Habana. El avión se retrasa y el reloj avanza lentamente. Misión: ir a la XLVI Jornada Cucalambeana en las Tunas y al XXXIII Festival del Caribe en Santiago de Cuba.

Tres de la tarde. Finalmente arribamos a la Habana. Apenas y nos da tiempo de cambiar dinero y tomar un café; extraordinario, aromático y suculento café expres. Mientras sorbemos el líquido de aquella diminuta taza, el tiempo se detiene. En la cafetería de la terminal dos del aeropuerto José Martí se huele otro tiempo. Los meseros, los anaqueles del estante todo parece de otra época. La gente bebe cerveza Bucanero y ve el fútbol en televisores enormes. Por las bocinas se escucha la voz de un hombre que da anuncios para los pasajeros, profunda y “aguardientosa” voz que con singular acento cubano, me maravilla con cada una de las vocales que menciona y omite al mismo tiempo. Por fin caigo en cuenta, que estamos en Cuba.

El vuelo que va para Holguín también se retrasa. Tic-tac… tic-tac… tic-tac… El reloj avanza sin prisa. La estancia en la cafetería cada vez se hace menos divertida. Diez de la noche, finalmente arribamos a Holguín. El auto que enviarían de las Tunas para recogernos al aeropuerto no llegó, se descompuso de último momento, “se rompió” dijeran los cubanos. Veo varios hombres esperando a solas, les pregunto su nombre, pero ninguno se llama Ronel González, el poeta sin rostro que Alexis Díaz Pimientanos presentó virtualmente y que quizás encontraríamos en el aeropuerto.

Dos jóvenes choferes amablemente nos ofrecen su celular para hacer llamadas, pero no conseguimos comunicarnos con Ramoncito Batista, el director de la Casa de la décima de las Tunas. La noche avanza y nadie aparece para recogernos. Los guardias del aeropuerto amenazan con apagar la luz y cerrar el sitio, nuestro vuelo era el último, ya no hay más actividad por ese día. Hay que decidir pronto o perderemos el único taxi que queda. Los taxistas tienen aspecto confiable, o al menos eso queremos pensar, además es el único medio de transporte que tenemos disponible. Adelante, hay que llegar a las Tunas. Durante una hora viajamos en el taxi, un auto negro modelo 53. En el trayecto vamos escuchando al grupo Orishas. “A lo cubano, botella de ron, tabaco Habano…”

Doce de la noche. Frente a nosotros, el Hotel las Tunas. El cansancio de varias semanas atrás se interpuso, así que decidí no sacar mi cámara fotográfica para inmortalizar a esos jóvenes taxistas de Holguín, dejé que se marcharan, que se alejaran esos dos chicos en su auto negro y con ellos se fue, quizás también una excelente foto.

Al poco tiempo de instalarnos llegó a darnos la bienvenida Ramoncito Batista. A las tres de la mañana llegó otra grata sorpresa, Adriana Díaz Pimienta quien se convertiría a lo largo del viaje en nuestra guía, cómplice y compañera de viaje.

28 de junio, nueve de la mañana. Listas para irnos al Cornito, a conocer la tierra del Cucalambé; sin embargo el destino nos tenía preparados otros planes. Frente al hotel se estacionó un autobús, el cual llevaría a la playa a los integrantes de la delegación de Chile. Una tentadora invitación para conocer el mar Caribe. Imposible decir que no. Una oportunidad poco despreciable para tener un encuentro con el mítico mar caribe. Lo siento muchísimo pero el Cornito, los poetas y honorable recuerdo del Cucalambé tendrán que esperar un día más. La cita estaba hecha y ya no podía posponerse ni un minuto más. Nos subimos al autobús para conocer el Caribe con su múltiples colores. No sabíamos a dónde íbamos, ni a qué hora regresaríamos, pero ahí estábamos con todos los sentidos abiertos dispuestos a disfrutar.

Después de una hora de viaje llegamos al Hotel Covarrubias en Puerto Padre. Protocolo de bienvenida, coctel, traje de baño. Vamos, vamos, vamos a tan anhelado encuentro. Y ahí estaba, frente a nosotros, mucho más bello que en las fotos y mucho mejor de lo que me habían contado. Al ver la variedad de colores azul turquesa del mar caribe, por un momento quedé paralizada, no daba crédito a tanta belleza, no, no es bello es sublime. En ese momento sabía que por el sólo hecho de haber visto el mar, el viaje ya había valido la pena. Ahí me quedé sin habla, contemplando los azules tornasol. La suave arena se pegaba a nuestros pies como si fuera talco. Encuentro que desborda cualquier concepto que usen los estetas al intentar describirlo. Paralizada y sin habla, las lagrimas rodaron por mis mejillas, fue justo en ese momento que me di cuenta que hacía mucho que no lloraba. Últimamente ni de eso me doy tiempo.

Ante tal escenario nos tomamos fotos como para los calendarios de los próximos diez años. Adriana a lo lejos gritaba “tírame la foto… tírame la foto”

Por la tarde, regresamos exhaustas al hotel Las Tunas y en la noche finalmente llegamos al glorioso Cornito, la tierra del Cucalambé. Estábamos ansiosas de escuchar canturías hasta el amanecer, vivir las controversias entre los poetas, todo, queríamos vivirlo todo. El regalo de esa noche, sin duda fue conocer a dos jóvenes poetas, Roly Avalos y Alex Díaz, dos chicos lindos, sencillos, de mirada clara y sonrisa dulce. Con Roly fue muy fácil platicar de libros y de todos los pormenores del evento. La sorpresa fue escuchar al “Marichi Las Tunas” y debo mencionar, un muy buen Mariachi, bueno, no es de extrañarse, ya que en Cuba hay extraordinarios músicos. Ese día nos fuimos temprano a la cama. La canturía se canceló, “se rompió”. Regresamos un poco tristes al hotel y con deseos de oír poesía, pero nada.

Al siguiente día pasó lo mismo, la canturía se canceló. Casi todas las canturías que estaban programadas por la noche se cancelaron por la lluvia y el día que si hubo canturía yo tenía que regresarme en el autobús al hotel porque después no había modo de regresar y al siguiente día me tocaba estar en el Coloquio Iberoamericano de la décima, a primera hora. Lamenté mucho no poder convivir más con los poetas, en un espacio más neutral, envueltos por la complicidad de la noche, sin micrófonos, a la luz de un candil, como surgen las verdaderas fiestas. Los escuché en el concurso Justo Vega, en las galas, los disfrute mucho, pero faltó la intimidad que dan los encuentros informales entre poetas, que se dan fuera del escenario. Claro que en sus cabañas los poetas tuvieron sus canturías espontaneas, pero para ello había que pernoctar en el Cornito y no en el hotel. La próxima Cucalambeana me voy con mi casa de campaña al Cornito, bueno, es una expresión solamente, pero buscaré la manera de estar presente en las canturías.

Uno de los días en el Cornito, Adriana me presentó a Leandro Camargo. Nos metimos a un bar, él bebió una Malta y yo una cerveza Bucanero. “Para que veas que no todos los poetas son borrachos”, me decía Adriana. Platicamos poco tiempo pero todo fue muy sustancioso. Me encantó la lucidez del joven Camargo, profundo admirador de Guillermo Velázquez. Durante la charla me contó sobre una controversia que sostuvieron entre él, Papillo y Alexis Díaz Pimienta. Donde un poeta representó el pasado, otro el presente y el otro poeta, al futuro. Me dijo algunas décimas de memoria, las cuales por supuesto ya olvidé, solamente me quedó el dulce sabor de la emoción con que me contó lo sucedido. Me recomendó mucho que sí pasaba por la Habana, que le pidiera esta controversia a Axel Díaz, el hijo de Alexis; cosa que por supuesto no dejé de hacer. Disfruté muchísimo platicar con Leandro, definitivamente un talentazo. Otro encuentro por demás afortunado fue con Liliana Rodríguez, hermosa jovencita repentista quien recibió el premio Cucalambé 2013 por sus décimas. Me pareció un poco tímida pero por otro lado también es muy valiente abriéndose brecha entre tanto varón. Me comentó que sus inicios fueron en los talleres de repentismo con el método de Alexis Díaz Pimienta, cosa que me dio muchísimo gusto. De alguna manera Liliana es una flor que ha nacido de las tantas semillas que ha sembrado con gran cuidado el gran Alexis.

En el concurso Justo Vega, mis palmas son para Pepito, me maravilló su fuerza y presencia escénica. Esos cachetes colorados y esa energía al soltar los versos que venían a su mente, en definitiva robaron mi corazón. Pepito es otro alumno de Pimienta, ¡Qué raro! Lamenté mucho que no ganara, pero bueno, los concursos son así. También me gustó la rapidez de Yordán Quintero, “el Yayito Ranchuelero”, le tocó como tema el papalote, palabra de origen náhuatl, no sé sí él sabía que papalotl significa mariposa. Sus décimas fueron memorables, después todo mundo quería recordarlas, repetirlas, escribirlas, poseerlas, apropiarse de ellas. Pero las décimas de Yayito no fueron suficientes para el jurado pues el flamante ganador del concurso fue Héctor Luis Alonso de Matanzas.



José Antonio Morales, “Pepito”: “Esos cachetes colorados y esa energía al soltar los versos que venían a su mente, en definitiva robaron mi corazón”


Algo que sin duda me maravilló del concurso Justo Vega fue haber escuchado a los músicos que acompañaban a los poetas. Escuchar el punto cubano con maracas, laúd, guitarra, claves, bongos, timbales y contrabajo, es un verdadero lujo. Bravo por esos tremendos músicos. Seguramente detrás de la organización de concurso hay mucho trabajo y esfuerzo. De los músicos solamente pude platicar un poco con la bella Yannis Suárez, quien además tuvo la gentileza de regalarme un libro ¿Cómo “nace” un repentista? Metodología para la enseñanza de la improvisación poética (primera versión), libro de cabecera de los talleres de repentismo. El autor se los dejo de tarea.


Fue muy divertido ver como Daniela Meléndez y Adriana Díaz Pimienta ensayaban la controversia que Alexis les preparó, un diálogo entre el Sotavento y Cuba. Cuando la leí, moría de la risa, ojala algún día se publique o se monte nuevamente pues en la Gala, cortaron la participación y no lució como estaba planeado, se cortó la parte más lúdica. Caray, qué se puede hacer con esos productores artísticos, que prefieren meter reggaeton que darle más espacio a la décima. Sí, leyó usted bien “reggaetón” en plena Jornada Cucalambeana, en fin, no todo fue tan malo, si se quiere ser optimista, los chicos que bailaron reggaetón lo hacían y estaban muy bien.

En el XV Coloquio Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, conocí al famoso poeta Ronel González. Me explicó que justo ese día tuvo un recital sobre el poeta argentino Oliverio Girondo y que le fue imposible ir por nosotras al aeropuerto. Afortunadamente pronto hicimos una buena amistad y tuvimos la oportunidad de platicar muchísimo sobre la música tradicional de mi país. Ronel es un excelente conversador y también un gran escucha.

El nivel del Coloquio me pareció de lujo. La apertura fue con un concierto, palabras del célebre director de la Casa iberoamericana de la décima, Ramoncito Batista y la conferencia magistral de Jesús David Curbelo.

El primer día del Coloquio me tocó estar en la presidencia de una mesa, eso implicaba estar sentada al frente, en el presídium junto con dos comentaristas más y el ponente. Había que estar muy atenta en todo momento. El segundo día del Coloquio presenté mi trabajo sobre La Lírica en el Son Huasteco. Me dieron solamente quince minutos y me sentí un poco nerviosa ya que era muy poco tiempo para abordar el tema con todo y ejemplos musicales. Ronel estuvo en la mesa, dentro de la comisión de la presidencia y me dio buenos comentarios, al final me regaló una linda décima, me reconfortó muchísimo recibirla. Creo que por el cansancio no cerré como me hubiera gustado pero al parecer mi nerviosismo no se notó y la gente pareció interesada.

Durante la Jornada Cucalambeana para mi hubo dos momento memorables. El primero fue el día que nos llevaron a la comunidad del Tapir a un guateque. Esto fue un día antes del natalicio del Cucalambé. La gente de la comunidad del Tapir se organizó para ofrecer una extraordinaria muestra de música, baile y poesía. Había venta de cerveza casera, la cual, confieso no me atreví a probar. Al final de la fiesta nos ofrecieron de comer Cerdo en púa con yuca y congrí. En México es costumbre agradecer a las cocineras por haber preparado los alimentos, así que le comenté a Diego López Vergara, instructor de los talleres de son jarocho en Tlacotalpan, México, que sería bueno que los chicos cantaran un son a las cocineras, como muestra de agradecimiento. Diego de inmediato convocó a sus pequeños y “a darle a la jarana”. Los niños pronto se arrancaron con la música y los versos. Las mujeres estaban felices, no daban crédito que ahora eran ellas las festejadas. Fue un momento lindo, nuevamente el corazón se me estrujo en el pecho, cosa que le agradezco infinitamente a Diego López, a las cocineras, a todos los que organizaron el guateque.

El segundo momento memorable fue en el cierre del evento, ahora sí, el mero día del Cucalambé. A causa de la lluvia, la gala final se pasó al Teatro principal, desafortunadamente el sonido era inestable y justo a los 10 minutos que había iniciado el evento, se fue la energía eléctrica. Ahí quedamos todos a obscuras pero nadie intento salir del Teatro. Fueron las jóvenes sotaventinas, las alumnas de Diego López Vergara, las que sacaron sus jaranas y se pusieron a cantar en medio de las penumbras. Todos los poetas se acercaron como luciérnagas alrededor de la luz, luz que generaban nuestros corazones. Versos, amistad, entusiasmo, todo se mezcló para crear un hermoso conjuro de hermandad entre los países presentes. Ahí se construyó un puente directo al corazón, ahí fuimos uno con todos. Durante una hora los versos en la obscuridad fluyeron como en un caudaloso río cristalino que nos llenó de alegría. Más tarde regresó la luz y se presentó la gala que estaba programada, pero el plato fuerte ya había sido servido.

Por la noche organizaron una fiesta, cantaron varios poetas, Emiliano Sardiñas, Papillo, Kiko el Cochero, Pepito Morales, el Yayito y Reiber Nodal. Fue así como la Cucalambeana llegaba a su fin. Así que aprovechamos para abrazar a todo mundo. Al día siguiente dejamos atrás la tierra del Cucalambé y nos fuimos con muchas ganas de vivir una canturía de verdad, pero para ello no sabíamos cuanto había que esperar, así que continuamos nuestro viaje rumbo a la ciudad de Santiago de Cuba, al XXXIII Festival de Caribe: La Fiesta del Fuego.

Epílogo

El viaje a las Tunas tuvo grandes momentos, pero no todo fue miel sobre hojuelas. Daniela Meléndez y yo habíamos planeado llegar desde el día 26 de Junio a Cuba, pero la persona a la que le pagamos para que sacara los vuelos provocó un retraso en el viaje y no pudimos estar en la inauguración de la Cucalambeana. Le pedimos habitaciones sencillas y nos reservo dobles, le pedimos vuelos para permanecer días en la Habana y puso los vuelos muy pegados, lo que impedía que pasáramos tiempo en la capital de Cuba. En fin, la novatada de las viajeras. La comida del hotel Las Tunas fue muy mala. También fue muy triste ver el estado deplorable en que se encuentran las cabañas de El Cornito, que no cuentan con las normas mínimas de higiene y seguridad para que los poetas pasen una estancia agradable. Sin embargo, pese a las piedras que se nos atravesaron en el camino, fue un viaje maravilloso y, en definitiva, yo regresaría a Cuba. Todos fueron muy amables. Agradezco en especial a mi querido amigo Junípero Cabrera quien me puso en contacto con la Casa iberoamericana de la Décima de las Tunas y me dio todos los pormenores para poder hacer más cómodo nuestro viaje. También agradezco a Alexis Díaz Pimienta, quien a través de su hermana Adriana, su sobrino Roly, sus hijos Alex y Axel, y sus amigos Ramoncito Batista y Ronel González se mantuvo atento de nuestra estancia en Cuba.

Sin duda, falta mucho por conocer y por hacer, pero una de las cosas quedó clara: el extraordinario nivel poético que tienen los repentistas cubanos. Tan sólo por eso vale la pena el viaje a la isla.

sep
07
Añadido por Alexis Díaz Pimienta el 7 septiembre 2013 a las 3:52 pm
Lope de Vega decía que “las décimas son buenas para quejas”. Y esta estrofa ha estado ligada, durante siglos, a la poesía festiva, circunstancial, de ocasión. Pero la décima no sólo debe servir para esto. No solo es divertimento creativo, improvisado o no. Tampoco debe ser mero ejercicio literario, creativo, poético. Así al menos lo he visto yo, que nací y me he criado dentro de la décima, y que, por familiaridad y necesidad, la he usado para todo  o para casi todo. También para cantar dolores, amarguras, preocupaciones que me enferman. Y si algo me enferma, literalmente, son las guerras. Todas las guerras. Hasta las que ya acabaron y leemos como capítulos de una novela macabra en los libros de texto. Cuando era niño siempre pensaba que las guerras eran cosas “del pasado”. Las veía lejanas, ajenas, “imposibles”. Pero si envejecer tiene su gracia, también tiene su precio. Y ahora todas las guerras, hasta las del pasado, ocurren dentro de la casa donde escribo, y yo en medio, y mis hijos en medio, todo vulnerable. Entonces, durante años he escrito décimas sobre y contra la guerra, contra todas las guerras; décimas que he recitado o cantado (no improvisado) en distintos momentos, pero que nunca había publicado juntas. Así que ahora que, tristemente, truenan otra vez los tambores de guerra, comparto con los lectores estos poemas “de maldita ocasión”, confiando, iluso, en el poder disuasorio de la poesía.



DÉCIMAS CONTRA LA GUERRA






1. Último auto de fe contra la guerra


I

El Armagedón es sólo
un cuento de horror antiguo.
Prensa Latina: averiguo
que hay un boquete en el polo.
Agencia EFE: un Apolo
y un Pershing-2 enmarcados.
WAFA: más asesinados
sobre la sangre de Cristo.
Vía Satélite: he visto
mis propios huesos quemados.

II

Reuters: nuevos portaaviones.
Notimex: viejos misiles.
CNN: cuántos fusiles.
BBC: cuántos aviones.
Radios y televisiones,
Tabloides y suplementos.
Niños que no saben cuentos.
Abuelos adolescentes.
Madres vírgenes, sin dientes.
Padres huérfanos, hambrientos.

III

Hoy no veré el telediario.
los cadáveres de ayer
aún huelen. ¿Cómo comer?
¿Cómo mezclar obituario,
necrológica, sudario,
con pan, cebolla, cocido…?
¿A quién se le habrá ocurrido
la idea de que coincida
con la hora de la comida
el horror retransmitido?

IV

Hoy no compraré la prensa.
Después de ver la portada
de ayer (triste foto ampliada,
titular en letra inmensa)
me he quedado sin defensa,
lectopléjico, aturdido…
¿A quién se le habrá ocurrido
la idea de que los diarios
sean como noticiarios
que les quitan el sonido?

V

Esta es tu tierra, Colón.
Copérnico, esta es tu tierra.
¿Por qué rimará con guerra?
¿Coincidencia, previsión?
¿A quién pedirle perdón
si estalla el globo “guerrestre”,
cuando el miedos nos secuestre
y el oxígeno hable solo?
El Armagedón es solo
la fe en la vida terrestre.


2. Letanía de la guerra y de la muerte




I

Y guerra y guerra y más guerra:
Damasco, Jerusalén,
Faluya, Darfur, Belén…
hemofílica la tierra.
Y guerra y guerra y más guerra.
El oxígeno viciado.
Un niño se hace soldado.
Otro niño mata al padre.
Una niña nace madre
de sí misma en un legrado.

II

Y muerte y muerte y más muerte.
Aves que tosen y migran.
Aeronaves que peligran.
Ballenas con mala suerte.
Y muerte y muerte y más muerte.
Fumadores. Bebedores.
Exiliados interiores.
Prófugos del compromiso.
Atención: ¡Último aviso!
¡La tierra murió, señores!


III


Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
¡La tierra murió¡ ¡Qué fuerte!
La tierra muerta en la guerra.
Atención, señores: yerra
quien en muerto se convierte.
La guerra parió a la muerte.
La muerte mató a la tierra.
Y guerra y guerra y más guerra.
Y muerte y muerte y más muerte.

IV

Letanía de la guerra.
Letanía de la muerte.
La tierra muerta, ¡qué fuerte!
La guerra pariendo guerra.
Muerte que otra muerte encierra.
Guerra que otra guerra advierte.
Aguerrida muerte inerte.
Guerrera muerte que aterra.
¡Muerte a la muerte! (la Tierra)
¡Guerra a la Tierra! (la Muerte).

Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
Letanía de la muerte,
letanía de la guerra.

Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
Letanía de la muerte,
letanía de la guerra.


3. Dote generacional





I

Qué generación la nuestra.
Autos. Botellas. Regalos.
Films en que ganan los malos.
Sexo frente a la maestra.
El micrófono en la diestra.
El chicle. El humo. La copa.
Credid card. Marcas de ropa.
Tours de week end a la luna.
Safari en tierras de hambruna.
Hambre náufrago en Europa.

II


Sordos. Ciegos. Intratables.
Inmóviles. Sin coartada.
Monolitos de la nada.
De casi todo culpables.
Silentes. Irresponsables.
Sin fuerza. Sin opinión.
Cómodos en el sillón
del silencio y la mentira.
Regulándonos la ira.
Digiriendo la no-acción.

III

Qué generación la tuya.
la mía, la del vecino…
Veteado de hambre el tocino.
Y eructos. Y gol. Y bulla.
Y Anorexia. Y Dios farfulla
en misa, tartamudea.
Mar Negro. Negra marea.
Mar de negros en el mar.
Qué vergüenza respirar.
Mea culpa. Culpa mea.

IV

Qué triste generación
esta que cuando envejezca
pretenderá que parezca
todo el pasado ficción.
Móviles. Televisión
digital. Mp3.
Internet pagando al mes
céntimos de indiferencia,
calderillas de indolencia,
primas de desinterés.

V

Somos la generación
del no-yo, del yo-tampoco,
del a-mí-no, del un-poco,
de qué, sí, pero perdón.
Somos pequeña porción
de un Todo que nos convoca
a una connivencia loca,
quedando del resto aparte.
Pido perdón por la parte
de miseria que me toca.



4. Otras víctimas del telediario




I

Una mujer en Kabul
está siendo lapidada
por rescatar su mirada
del fondo de un burka azul.
Una joven de Estambul
está con otra cenando
en un restaurante cuando
estalla un desconocido.
Mueren las dos. Sangre. Ruido.
(Y seguimos almorzando).

II

Un avión de pasajeros
se estrella en un descampado.
Hay muertos por todos lados
y hierros y humo y bomberos.
Varios niños pistoleros
Posan y matan jugando.
El sida sigue preñando
a las negras de Botswana.
La ONU otra vez sale rana
(Y seguimos almorzando).

III

Flotan tres subsaharianos
en una playa serena.
Tres más tiemblan en la arena
entre bañistas cercanos.
Venden derechos humanos
a precios exorbitantes.
Dos antiguos emigrantes
explotan a otros que emigran.
Dos proxenetas denigran
el honor de su amantes.

VI

Dos niños que tirotean
a otros niños del colegio.
Curas con el privilegio
de sobar sin que los vean.
Parejas que no procrean,
Pero compran ADNs.
Alfombras rojas. Rehenes.
Roll Royces y fosas comunes.
Semanas con siete lunes.
Vaivenes de good by bienes.

V

Y seguimos almorzando
Viendo la tele, bebiendo,
Haciendo el amor, comiendo,
comprando ropa, fumando.
Y seguimos conversando,
sacando al perro, riendo,
trabajando, compartiendo,
fornicando, respirando,
cómplices del hasta cuándo,
compinches de lo tremendo.

VI

¿Me pasas el pan? ¿Me pasas
o alcanzas la servilleta?
¿Me das más vino, poeta?
(Lo mismo en todas las casas).
Comentarios sobre grasas,
calorías, cuerpo blando.
¿Me alcanzas el telemando?
¿Carbohidrato o proteína?
El Telediario termina.
Y seguimos almorzando…


5. Hollywood tiene la culpa




I

Hollywood tiene (y se calla)
la culpa de que veamos
sin que nos estremezcamos
cadáveres en pantalla.
Los muertos de una batalla
parecen de atrezzo, falsos,
como los niños descalzos,
mocosos y barrigudos,
como los enfermos mudos
y los cuerpos en cadalsos.

II

Hollywood es responsable
de que todo el mundo vea
un muerto real y crea
que es un efecto premiable.
Hollywood es el culpable.
Y los hermanos Lumière.
Y los wensters del ayer.
Y Bogart. Y Marlon Brando.
Y Jean Dean. Y el telemando
para otros canales ver.

III

Porque en todos los canales
hay cuerpos asesinados
que parecen maquillados,
con efectos especiales.
Pero son muertos reales:
en Kosovo y en Mosul,
en Falluyah y en Kabul,
en Gaza, en Jerusalén…
Muertos sin hijos de quién.
Muertos sobre fondo azul.

IV

Y el presentador ensaya
con qué tono va a decirlo,
cómo debe describirlo
cuando se muestre en pantalla.
Resumen de la batalla:
tres muertos y un lesionado.
Resumen del atentado:
diez muertos y veinte heridos.
Sinopsis de sinsentidos
y auditorios mutilados.

V

Miles de televidentes,
millones de espectadores
transformados en veedores
de nada, en ojos silentes.
Siempre así: no hay inocentes.
Todos somos responsables
de tantos inenarrables
suplicios bien maquillados.
Todos somos implicados
y cómplices y culpables.

VI

¿Qué diferencia al occiso
pálido de una ficción
del occiso sin guión
que está tirado en el piso?
¿En qué difiere un kirguiso
que es cadáver de verdad,
de un actor que, en realidad,
ni es kirguiso ni está muerto?
(¡El truco del cráneo abierto
está hecho bien cantidad!)

VII

¿Qué diferencia a un difunto
por efectos especiales
de las víctimas mortales
de una guerra en cualquier punto?
Ya casi nada es asunto
del cristal con que se mira.
Ya no. Ya provoca ira
que exista una sociedad
con difuntos de verdad
en cristales de mentira.

VIII

Hollywood tiene (no falla)
la culpa de que durmamos
tranquilos, sin que sintamos
vergüenza ajena. Y quien calla
frente a lo que ve en pantalla
no es un simple espectador:
es un anónimo actor
al que Hollywood contrata
para, cada vez que mata,
tener un rating mayor.

_________________________________________________
Todas estas décimas forman parte del libro “Exilio interior”.

sep
07
Añadido por Alexis Díaz Pimienta el 7 septiembre 2013 a las 3:52 pm
Lope de Vega decía que “las décimas son buenas para quejas”. Y esta estrofa ha estado ligada, durante siglos, a la poesía festiva, circunstancial, de ocasión. Pero la décima no sólo debe servir para esto. No solo es divertimento creativo, improvisado o no. Tampoco debe ser mero ejercicio literario, creativo, poético. Así al menos lo he visto yo, que nací y me he criado dentro de la décima, y que, por familiaridad y necesidad, la he usado para todo  o para casi todo. También para cantar dolores, amarguras, preocupaciones que me enferman. Y si algo me enferma, literalmente, son las guerras. Todas las guerras. Hasta las que ya acabaron y leemos como capítulos de una novela macabra en los libros de texto. Cuando era niño siempre pensaba que las guerras eran cosas “del pasado”. Las veía lejanas, ajenas, “imposibles”. Pero si envejecer tiene su gracia, también tiene su precio. Y ahora todas las guerras, hasta las del pasado, ocurren dentro de la casa donde escribo, y yo en medio, y mis hijos en medio, todo vulnerable. Entonces, durante años he escrito décimas sobre y contra la guerra, contra todas las guerras; décimas que he recitado o cantado (no improvisado) en distintos momentos, pero que nunca había publicado juntas. Así que ahora que, tristemente, truenan otra vez los tambores de guerra, comparto con los lectores estos poemas “de maldita ocasión”, confiando, iluso, en el poder disuasorio de la poesía.



DÉCIMAS CONTRA LA GUERRA






1. Último auto de fe contra la guerra


I

El Armagedón es sólo
un cuento de horror antiguo.
Prensa Latina: averiguo
que hay un boquete en el polo.
Agencia EFE: un Apolo
y un Pershing-2 enmarcados.
WAFA: más asesinados
sobre la sangre de Cristo.
Vía Satélite: he visto
mis propios huesos quemados.

II

Reuters: nuevos portaaviones.
Notimex: viejos misiles.
CNN: cuántos fusiles.
BBC: cuántos aviones.
Radios y televisiones,
Tabloides y suplementos.
Niños que no saben cuentos.
Abuelos adolescentes.
Madres vírgenes, sin dientes.
Padres huérfanos, hambrientos.

III

Hoy no veré el telediario.
los cadáveres de ayer
aún huelen. ¿Cómo comer?
¿Cómo mezclar obituario,
necrológica, sudario,
con pan, cebolla, cocido…?
¿A quién se le habrá ocurrido
la idea de que coincida
con la hora de la comida
el horror retransmitido?

IV

Hoy no compraré la prensa.
Después de ver la portada
de ayer (triste foto ampliada,
titular en letra inmensa)
me he quedado sin defensa,
lectopléjico, aturdido…
¿A quién se le habrá ocurrido
la idea de que los diarios
sean como noticiarios
que les quitan el sonido?

V

Esta es tu tierra, Colón.
Copérnico, esta es tu tierra.
¿Por qué rimará con guerra?
¿Coincidencia, previsión?
¿A quién pedirle perdón
si estalla el globo “guerrestre”,
cuando el miedos nos secuestre
y el oxígeno hable solo?
El Armagedón es solo
la fe en la vida terrestre.


2. Letanía de la guerra y de la muerte




I

Y guerra y guerra y más guerra:
Damasco, Jerusalén,
Faluya, Darfur, Belén…
hemofílica la tierra.
Y guerra y guerra y más guerra.
El oxígeno viciado.
Un niño se hace soldado.
Otro niño mata al padre.
Una niña nace madre
de sí misma en un legrado.

II

Y muerte y muerte y más muerte.
Aves que tosen y migran.
Aeronaves que peligran.
Ballenas con mala suerte.
Y muerte y muerte y más muerte.
Fumadores. Bebedores.
Exiliados interiores.
Prófugos del compromiso.
Atención: ¡Último aviso!
¡La tierra murió, señores!


III


Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
¡La tierra murió¡ ¡Qué fuerte!
La tierra muerta en la guerra.
Atención, señores: yerra
quien en muerto se convierte.
La guerra parió a la muerte.
La muerte mató a la tierra.
Y guerra y guerra y más guerra.
Y muerte y muerte y más muerte.

IV

Letanía de la guerra.
Letanía de la muerte.
La tierra muerta, ¡qué fuerte!
La guerra pariendo guerra.
Muerte que otra muerte encierra.
Guerra que otra guerra advierte.
Aguerrida muerte inerte.
Guerrera muerte que aterra.
¡Muerte a la muerte! (la Tierra)
¡Guerra a la Tierra! (la Muerte).

Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
Letanía de la muerte,
letanía de la guerra.

Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
Letanía de la muerte,
letanía de la guerra.


3. Dote generacional





I

Qué generación la nuestra.
Autos. Botellas. Regalos.
Films en que ganan los malos.
Sexo frente a la maestra.
El micrófono en la diestra.
El chicle. El humo. La copa.
Credid card. Marcas de ropa.
Tours de week end a la luna.
Safari en tierras de hambruna.
Hambre náufrago en Europa.

II


Sordos. Ciegos. Intratables.
Inmóviles. Sin coartada.
Monolitos de la nada.
De casi todo culpables.
Silentes. Irresponsables.
Sin fuerza. Sin opinión.
Cómodos en el sillón
del silencio y la mentira.
Regulándonos la ira.
Digiriendo la no-acción.

III

Qué generación la tuya.
la mía, la del vecino…
Veteado de hambre el tocino.
Y eructos. Y gol. Y bulla.
Y Anorexia. Y Dios farfulla
en misa, tartamudea.
Mar Negro. Negra marea.
Mar de negros en el mar.
Qué vergüenza respirar.
Mea culpa. Culpa mea.

IV

Qué triste generación
esta que cuando envejezca
pretenderá que parezca
todo el pasado ficción.
Móviles. Televisión
digital. Mp3.
Internet pagando al mes
céntimos de indiferencia,
calderillas de indolencia,
primas de desinterés.

V

Somos la generación
del no-yo, del yo-tampoco,
del a-mí-no, del un-poco,
de qué, sí, pero perdón.
Somos pequeña porción
de un Todo que nos convoca
a una connivencia loca,
quedando del resto aparte.
Pido perdón por la parte
de miseria que me toca.



4. Otras víctimas del telediario




I

Una mujer en Kabul
está siendo lapidada
por rescatar su mirada
del fondo de un burka azul.
Una joven de Estambul
está con otra cenando
en un restaurante cuando
estalla un desconocido.
Mueren las dos. Sangre. Ruido.
(Y seguimos almorzando).

II

Un avión de pasajeros
se estrella en un descampado.
Hay muertos por todos lados
y hierros y humo y bomberos.
Varios niños pistoleros
Posan y matan jugando.
El sida sigue preñando
a las negras de Botswana.
La ONU otra vez sale rana
(Y seguimos almorzando).

III

Flotan tres subsaharianos
en una playa serena.
Tres más tiemblan en la arena
entre bañistas cercanos.
Venden derechos humanos
a precios exorbitantes.
Dos antiguos emigrantes
explotan a otros que emigran.
Dos proxenetas denigran
el honor de su amantes.

VI

Dos niños que tirotean
a otros niños del colegio.
Curas con el privilegio
de sobar sin que los vean.
Parejas que no procrean,
Pero compran ADNs.
Alfombras rojas. Rehenes.
Roll Royces y fosas comunes.
Semanas con siete lunes.
Vaivenes de good by bienes.

V

Y seguimos almorzando
Viendo la tele, bebiendo,
Haciendo el amor, comiendo,
comprando ropa, fumando.
Y seguimos conversando,
sacando al perro, riendo,
trabajando, compartiendo,
fornicando, respirando,
cómplices del hasta cuándo,
compinches de lo tremendo.

VI

¿Me pasas el pan? ¿Me pasas
o alcanzas la servilleta?
¿Me das más vino, poeta?
(Lo mismo en todas las casas).
Comentarios sobre grasas,
calorías, cuerpo blando.
¿Me alcanzas el telemando?
¿Carbohidrato o proteína?
El Telediario termina.
Y seguimos almorzando…


5. Hollywood tiene la culpa




I

Hollywood tiene (y se calla)
la culpa de que veamos
sin que nos estremezcamos
cadáveres en pantalla.
Los muertos de una batalla
parecen de atrezzo, falsos,
como los niños descalzos,
mocosos y barrigudos,
como los enfermos mudos
y los cuerpos en cadalsos.

II

Hollywood es responsable
de que todo el mundo vea
un muerto real y crea
que es un efecto premiable.
Hollywood es el culpable.
Y los hermanos Lumière.
Y los wensters del ayer.
Y Bogart. Y Marlon Brando.
Y Jean Dean. Y el telemando
para otros canales ver.

III

Porque en todos los canales
hay cuerpos asesinados
que parecen maquillados,
con efectos especiales.
Pero son muertos reales:
en Kosovo y en Mosul,
en Falluyah y en Kabul,
en Gaza, en Jerusalén…
Muertos sin hijos de quién.
Muertos sobre fondo azul.

IV

Y el presentador ensaya
con qué tono va a decirlo,
cómo debe describirlo
cuando se muestre en pantalla.
Resumen de la batalla:
tres muertos y un lesionado.
Resumen del atentado:
diez muertos y veinte heridos.
Sinopsis de sinsentidos
y auditorios mutilados.

V

Miles de televidentes,
millones de espectadores
transformados en veedores
de nada, en ojos silentes.
Siempre así: no hay inocentes.
Todos somos responsables
de tantos inenarrables
suplicios bien maquillados.
Todos somos implicados
y cómplices y culpables.

VI

¿Qué diferencia al occiso
pálido de una ficción
del occiso sin guión
que está tirado en el piso?
¿En qué difiere un kirguiso
que es cadáver de verdad,
de un actor que, en realidad,
ni es kirguiso ni está muerto?
(¡El truco del cráneo abierto
está hecho bien cantidad!)

VII

¿Qué diferencia a un difunto
por efectos especiales
de las víctimas mortales
de una guerra en cualquier punto?
Ya casi nada es asunto
del cristal con que se mira.
Ya no. Ya provoca ira
que exista una sociedad
con difuntos de verdad
en cristales de mentira.

VIII

Hollywood tiene (no falla)
la culpa de que durmamos
tranquilos, sin que sintamos
vergüenza ajena. Y quien calla
frente a lo que ve en pantalla
no es un simple espectador:
es un anónimo actor
al que Hollywood contrata
para, cada vez que mata,
tener un rating mayor.

_________________________________________________
Todas estas décimas forman parte del libro “Exilio interior”.

sep
07
Añadido por Alexis Díaz Pimienta el 7 septiembre 2013 a las 3:52 pm
Lope de Vega decía que “las décimas son buenas para quejas”. Y esta estrofa ha estado ligada, durante siglos, a la poesía festiva, circunstancial, de ocasión. Pero la décima no sólo debe servir para esto. No solo es divertimento creativo, improvisado o no. Tampoco debe ser mero ejercicio literario, creativo, poético. Así al menos lo he visto yo, que nací y me he criado dentro de la décima, y que, por familiaridad y necesidad, la he usado para todo  o para casi todo. También para cantar dolores, amarguras, preocupaciones que me enferman. Y si algo me enferma, literalmente, son las guerras. Todas las guerras. Hasta las que ya acabaron y leemos como capítulos de una novela macabra en los libros de texto. Cuando era niño siempre pensaba que las guerras eran cosas “del pasado”. Las veía lejanas, ajenas, “imposibles”. Pero si envejecer tiene su gracia, también tiene su precio. Y ahora todas las guerras, hasta las del pasado, ocurren dentro de la casa donde escribo, y yo en medio, y mis hijos en medio, todo vulnerable. Entonces, durante años he escrito décimas sobre y contra la guerra, contra todas las guerras; décimas que he recitado o cantado (no improvisado) en distintos momentos, pero que nunca había publicado juntas. Así que ahora que, tristemente, truenan otra vez los tambores de guerra, comparto con los lectores estos poemas “de maldita ocasión”, confiando, iluso, en el poder disuasorio de la poesía.



DÉCIMAS CONTRA LA GUERRA






1. Último auto de fe contra la guerra


I

El Armagedón es sólo
un cuanto de horror antiguo.
Prensa Latina: averiguo
que hay un boquete en el polo.
Agencia EFE: un Apolo
y un Pershing-2 enmarcados.
WAFA: más asesinados
sobre la sangre de Cristo.
Vía Satélite: he visto
mis propios huesos quemados.

II

Reuters: nuevos portaaviones.
Notimex: viejos misiles.
CNN: cuántos fusiles.
BBC: cuántos aviones.
Radios y televisiones,
Tabloides y suplementos.
Niños que no saben cuentos.
Abuelos adolescentes.
Madres vírgenes, sin dientes.
Padres huérfanos, hambrientos.

III

Hoy no veré el telediario.
los cadáveres de ayer
aún huelen. ¿Cómo comer?
¿Cómo mezclar obituario,
necrológica, sudario,
con pan, cebolla, cocido…?
¿A quién se le habrá ocurrido
la idea de que coincida
con la hora de la comida
el horror retransmitido?

IV

Hoy no compraré la prensa.
Después de ver la portada
de ayer (triste foto ampliada,
titular en letra inmensa)
me he quedado sin defensa,
lectopléjico, aturdido…
¿A quién se le habrá ocurrido
la idea de que los diarios
sean como noticiarios
que les quitan el sonido?

V

Esta es tu tierra, Colón.
Copérnico, esta es tu tierra.
¿Por qué rimará con guerra?
¿Coincidencia, previsión?
¿A quién pedirle perdón
si estalla el globo “guerrestre”,
cuando el miedos nos secuestre
y el oxígeno hable solo?
El Armagedón es solo
la fe en la vida terrestre.


2. Letanía de la guerra y de la muerte




I

Y guerra y guerra y más guerra:
Damasco, Jerusalén,
Faluya, Darfur, Belén…
hemofílica la tierra.
Y guerra y guerra y más guerra.
El oxígeno viciado.
Un niño se hace soldado.
Otro niño mata al padre.
Una niña nace madre
de sí misma en un legrado.

II

Y muerte y muerte y más muerte.
Aves que tosen y migran.
Aeronaves que peligran.
Ballenas con mala suerte.
Y muerte y muerte y más muerte.
Fumadores. Bebedores.
Exiliados interiores.
Prófugos del compromiso.
Atención: ¡Último aviso!
¡La tierra murió, señores!


III


Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
¡La tierra murió¡ ¡Qué fuerte!
La tierra muerta en la guerra.
Atención, señores: yerra
quien en muerto se convierte.
La guerra parió a la muerte.
La muerte mató a la tierra.
Y guerra y guerra y más guerra.
Y muerte y muerte y más muerte.

IV

Letanía de la guerra.
Letanía de la muerte.
La tierra muerta, ¡qué fuerte!
La guerra pariendo guerra.
Muerte que otra muerte encierra.
Guerra que otra guerra advierte.
Aguerrida muerte inerte.
Guerrera muerte que aterra.
¡Muerte a la muerte! (la Tierra)
¡Guerra a la Tierra! (la Muerte).

Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
Letanía de la muerte,
letanía de la guerra.

Y guerra y guerra y más guerra
Y muerte y muerte y más muerte.
Letanía de la muerte,
letanía de la guerra.


3. Dote generacional





I

Qué generación la nuestra.
Autos. Botellas. Regalos.
Films en que ganan los malos.
Sexo frente a la maestra.
El micrófono en la diestra.
El chicle. El humo. La copa.
Credid card. Marcas de ropa.
Tours de week end a la luna.
Safari en tierras de hambruna.
Hambre náufrago en Europa.

II


Sordos. Ciegos. Intratables.
Inmóviles. Sin coartada.
Monolitos de la nada.
De casi todo culpables.
Silentes. Irresponsables.
Sin fuerza. Sin opinión.
Cómodos en el sillón
del silencio y la mentira.
Regulándonos la ira.
Digiriendo la no-acción.

III

Qué generación la tuya.
la mía, la del vecino…
Veteado de hambre el tocino.
Y eructos. Y gol. Y bulla.
Y Anorexia. Y Dios farfulla
en misa, tartamudea.
Mar Negro. Negra marea.
Mar de negros en el mar.
Qué vergüenza respirar.
Mea culpa. Culpa mea.

IV

Qué triste generación
ésta que cuando envejezca
pretenderá que parezca
todo el pasado ficción.
Móviles. Televisión
digital. Mp3.
Internet pagando al mes
céntimos de indiferencia,
calderillas de indolencia,
primas de desinterés.

V

Somos la generación
del no-yo, del yo-tampoco,
del a-mí-no, del un-poco,
de qué, sí, pero perdón.
Somos pequeña porción
de un Todo que nos convoca
a una connivencia loca,
quedando del resto aparte.
Pido perdón por la parte
de miseria que me toca.



4. Otras víctimas del telediario




I

Una mujer en Kabul
está siendo lapidada
por rescatar su mirada
del fondo de un burka azul.
Una joven de Estambul
está con otra cenando
en un restaurante cuando
estalla un desconocido.
Mueren las dos. Sangre. Ruido.
(Y seguimos almorzando).

II

Un avión de pasajeros
se estrella en un descampado.
Hay muertos por todos lados
y hierros y humo y bomberos.
Varios niños pistoleros
Posan y matan jugando.
El sida sigue preñando
a las negras de Botswana.
La ONU otra vez sale rana
(Y seguimos almorzando).

III

Flotan tres subsaharianos
en una playa serena.
Tres más tiemblan en la arena
entre bañistas cercanos.
Venden derechos humanos
a precios exorbitantes.
Dos antiguos emigrantes
explotan a otros que emigran.
Dos proxenetas denigran
el honor de su amantes.

VI

Dos niños que tirotean
a otros niños del colegio.
Curas con el privilegio
de sobar sin que los vean.
Parejas que no procrean,
Pero compran ADNs.
Alfombras rojas. Rehenes.
Roll Roices y fosas comunes.
Semanas con siete lunes.
Vaivenes de good by bienes.

V

Y seguimos almorzando
Viendo la tele, bebiendo,
Haciendo el amor, comiendo,
comprando ropa, fumando.
Y seguimos conversando,
sacando al perro, riendo,
trabajando, compartiendo,
fornicando, respirando,
cómplices del hasta cuándo,
compinches de lo tremendo.

VI

¿Me pasas el pan? ¿Me pasas
o alcanzas la servilleta?
¿Me das más vino, poeta?
(Lo mismo en todas las casas).
Comentarios sobre grasas,
calorías, cuerpo blando.
¿Me alcanzas el telemando?
¿Carbohidrato o proteína?
El Telediario termina.
Y seguimos almorzando…


5. Hollywood tiene la culpa




I

Hollywood tiene (y se calla)
la culpa de que veamos
sin que nos estremezcamos
cadáveres en pantalla.
Los muertos de una batalla
parecen de atrezzo, falsos,
como los niños descalzos,
mocosos y barrigudos,
como los enfermos mudos
y los cuerpos en cadalsos.

II

Hollywood es responsable
de que todo el mundo vea
un muerto real y crea
que es un efecto premiable.
Hollywood es el culpable.
Y los hermanos Lumière.
Y los wensters del ayer.
Y Bogart. Y Marlon Brando.
Y Jean Dean. Y el telemando
para otros canales ver.

III

Porque en todos los canales
hay cuerpos asesinados
que parecen maquillados,
con efectos especiales.
Pero son muertos reales:
en Kosovo y en Mosul,
en Falluyah y en Kabul,
en Gaza, en Jerusalén…
Muertos sin hijos de quién.
Muertos sobre fondo azul.

IV

Y el presentador ensaya
con qué tono va a decirlo,
cómo debe describirlo
cuando se muestre en pantalla.
Resumen de la batalla:
tres muertos y un lesionado.
Resumen del atentado:
diez muertos y veinte heridos.
Sinopsis de sinsentidos
y auditorios mutilados.

V

Miles de televidentes,
millones de espectadores
transformados en veedores
de nada, en ojos silentes.
Siempre así: no hay inocentes.
Todos somos responsables
de tantos inenarrables
suplicios bien maquillados.
Todos somos implicados
y cómplices y culpables.

VI

¿Qué diferencia al occiso
pálido de una ficción
del occiso sin guión
que está tirado en el piso?
¿En qué difiere un kirguiso
que es cadáver de verdad,
de un actor que, en realidad,
ni es kirguiso ni está muerto?
(¡El truco del cráneo abierto
está hecho bien cantidad!)

VII

¿Qué diferencia a un difunto
por efectos especiales
de las víctimas mortales
de una guerra en cualquier punto?
Ya casi nada es asunto
del cristal con que se mira.
Ya no. Ya provoca ira
que exista una sociedad
con difuntos de verdad
en cristales de mentira.

VIII

Hollywood tiene (no falla)
la culpa de que durmamos
tranquilos, sin que sintamos
vergüenza ajena. Y quien calla
frente a lo que ve en pantalla
no es un simple espectador:
es un anónimo actor
al que Hollywood contrata
para, cada vez que mata,
tener un rating mayor.

_________________________________________________
Todas estas décimas forman parte del libro “Exilio interior”.