Este poema lo escribí en La Habana, mientras veía por la televisión la emotiva ceremonia de despedida del líder sudafricano, Nelson Mandela.
Miles de personas bailan por la muerte de Nelson Mandela.
Cientos de miles de personas cantan por la muerte de Nelson Mandela.
Millones de personas, en todo el mundo, bailan y cantan por la muerte de Nelson Mandela.
Es la magia del héroe. El prodigio del hombre grande que vuelve a todos pequeñitos.
Es la alegría negra que salta las tapias de la piel y se cuela en el alma.
Solo la Muerte llora. Inunda Johanesburgo. Anega las calles de Soweto.
La Muerte llora desconsolada y trágica, ridícula la Muerte,
llena de trapos rojos, de barrotes doblados,
llena de trapos rojos, de barrotes doblados,
y de su cara cuelgan largos mocos de solemnidad,
y chapotea en sus propias lágrimas como si fuera lluvia.
Negros y blancos cantan y bailan por la muerte de Nelson Mandela.
Niños y ancianos cantan y bailan por la muerte de Nelson Mandela.
Hombres y mujeres cantan y bailan por la muerte de Nelson Mandela.
Yo estoy lejos, en Cuba, y bailo y canto y bebo y vivo y hago el amor
y escribo un poema y tomo sopa y plancho mi camisa de soñar y compro el pan y silbo y veo pasar una bandada de palomas,
y escribo un poema y tomo sopa y plancho mi camisa de soñar y compro el pan y silbo y veo pasar una bandada de palomas,
y oigo reír a mi vecina de los ojos azules y hablo por teléfono y canto otra vez y bailo otra vez,ahora con las piernas, ahora con los brazos, ahora con la cabeza,
bailo en medio de un charco enorme de lluvia habanera, sí,
yo también bailo y canto por la muerte de Nelson Mandela,
soy uno más, un número sin importancia, un rostro pixelado en la foto de grupo
de los que bailamos y cantamos por Nelson Mandela, por su Muerte tan linda,
por su regreso a la materia de donde saldrá, otra vez,
quién sabe con qué nombre. Oh Madiba. Oh, Rolihlahla.
Te llamarás Nelson, dijo la maestra en preescolar.
Oh Madiba, Oh, Rolihlahla. ¿Tú sabes la importancia de llamarse Nelson?
Te llamarás Nelson Mandela para que canten y bailen en tu nombre
los vivos felices y los infelices, los vivos con un número de identidad, los vivos ávidos de vida real.
He visto, desde lejos, bailar a Evelin, cantar a Winnie,
reír con una sola boca llena de grandes dientes blancos a toda tu familia. Oh Madiba. Oh, Rolihlahla. Oh Nelson.
Solo la Muerte llora con su cara tiznada, mendigando silencio, dolorida, rota, triste,
muerta de envidia y de dolor, roída por rencores que le impiden vivir,
que le impiden bailar y cantar y nombrarte. Oh Madiba. Oh, Rolihlahla. Oh Nelson.
En esta tribu gigantesca y llena de paraguas
todos cantamos con fruición, barítonos, tenores, contraltos,
negras y negros que saben que una blanca y un silencio procrean algo así como un también.
Y, por supuesto, hay rubios zapateando sobre la hierba alegre. Hay rubias descalzándose para bailar mejor,
rubios que cantan con voz de gospel,
rubias pecosas de tanto salpicarse de africanidad.
Oh Madiba. Oh, Rolihlahla. Oh Nelson. La hierba del estadio Soccer City
se ha ido llenando de tambienes felices, de tambienes más dichoso que los nuncas
y los todavías de siempre, de tambienes solazándose con viejos ojalás, antiguamente tristes.
Oh Madiba. Oh, Rolihlahla. Oh Nelson. Oh Soweto. Oh, Jonanesburgo. Ay, Sudáfrica.
Madiba baila entre los muchos bailadores.
Mabida canta frente a un coro impresionante, dirigiéndolo.
Tomo nota. Tomen nota. La Muerte pasa cabizbaja y llorosa: solo ella.
La Muerte pasa con largas manchas de silencio en el rostro: solo ella.
La vieja Muerte. La triste Muerte, que se creía invulnerable.
La Muerte pasa derrotada por la magia del héroe, por su fiesta final, feliz, única.
Suena la música: tambores, bubuselas, oukaleeles, yembés, darbukas, cornetines. Y palmadas y risas. Y palmadas y risas.
Y palmadas y risas. Y palmadas y risas, en todos los tonos.
Sí. Somos miles de personas bailando por la muerte de Nelson Mandela.
Sí. Somos cientos de miles de personas cantando por la muerte de Nelson Mandela.
Claro que sí. Somos Millones de personas, en todo el mundo,
bailando y cantando por la muerte de Nelson Mandela.
¡Oh, Mabiba! ¡oh Mavida! ¡Oh, Nelson!