Qué mejor fecha que hoy, el 21 de marzo, declarado por la UNESCO Día Mundial de la Poesía, para compartir con los visitantes de mi blog este poema-ejercicio, mis Sonetos sonetiles al soneto, un homenaje a Lope de Vega y a todos los poetas que hemos caído rendidos, durante siglos, a la magia de esta estrofa. Como verán, es un juego. Una glosa extendida al “soneto mayor”, al famoso soneto sonetil de Lope. Y no solamente gloso este soneto al estilo clásico (verso a verso) si no que me recreo (casi me ensaño) con el primer verso (“Un soneto me manda hacer Violante”), glosándolo varias veces, en varios tonos y estilos antes de seguir con el resto de la estrofa. Me hubiera encantado que el propio Lope leyera estas variantes, tomarnos un vino y discutirlo. Pero como Lope es muy suyo, y ni siquiera me responde los mensajes, lo comparto con ustedes, mis lectores, a ver qué les parece.
¿Lo comentamos? Los espero.
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LOPE DE VEGA, EL FÉNIX DE LOS INGENIOS, autor del soneto más famoso de la historia de la literatura española. |
SONETOS SONETILES AL SONETO
Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho
Un soneto me manda hacer Violante
Y yo… ¡cómo no hacer lo que ella pide!
Yo no soy Lope, pero nadie olvide
que Lope fue también medio farsante.
Fue el mayor influencer (junto a Dante
y a Shakespeare) de ese tiempo que aún preside
tanta literatura y que divide
lo poético en dos: lectura y cante.
Pero bueno, Violante pide poco.
Pocas veces exige algún poema,
¿Cuartetos y tercetos? ¡Vaya coco!
Solo sé que el soneto es un esquema
y un poeta es un loco o se hace el loco
si es Violante quien pone o dicta el tema.
¿Un soneto me manda hacer Violante?
¡Cómo se atreve, qué locura es esa!
¡Que alguien ponga más vino en esta mesa!
¡Que tapen el cartel “prohibido el cante”!
Violante, por favor, vaya desplante.
Si se enteran los otros… vaya empresa.
Escóndeme de Góngora (¡sorpresa!),
que a Quevedo después no hay quien lo aguante.
Escóndeme de todos y lo hago.
Ocúltame de todos y lo escribo.
Ya sé que tengo fama de ser vago.
Ya sé que para muchos soy altivo,
pero te hago el soneto y así pago
por las horas en prosa que malvivo.
Un soneto Violante hacer me manda,
así, con desvergüenza desmedida.
Se ha pasado Violante media vida
haciéndole al soneto propaganda
Yo no sé qué le ponen en la vianda,
qué le echan a Violante en la bebida.
cómo puede tener esa demanda
delante de otra gente bien habida.
Violante es tan hermosa y culta y fina,
es tan violentamente sonetable
que o le haces el soneto o es tu ruina.
¡Ay, Violante, no quieras que yo hable!
No seas tan endeco-sonetina.
No seas tan lopesco-irresponsable.
Que un soneto me mande hacer Violante
ya no es ni novedad ni atrevimiento.
Parece que yo soy —o así me siento—,
su conejo de Indias, su ayudante
para cábalas líricas mediante
lo que llama “versal divertimento”,
pero que para mí es un sufrimiento
sobre todo si están otros delante.
Que un soneto me pida ya es costumbre.
Que un soneto yo haga, ya ni cuenta.
Todo se hace ritual y pesadumbre.
Y se pone Violante tan violenta,
que me siento preñado aunque no alumbre.
¡Pobrecito el mediocre de Pimienta!
¡Qué soneto me manda hacer Violante!
¡Qué soneto, por Dios! ¿Clásico dices?
¿Lo quieres petrarquista, con matices
medievales o algo italianizante?
¿O me quieres aún más petulante:
soneto para asombro de infelices?
¿Shakesperiano?, ¿con eco?, ¿con raíces
y aires de parnasiano delirante?
Pide por esa boca, no te cortes.
Pide como si fueses mi patrona.
Exígeme albaranes y reportes.
Ya sabes que el silencio me almidona.
y no quiero pasar por mis aportes
de mal poeta a ser mala persona.
Si me manda un soneto hacer Violante
yo no puedo no hacerlo, se los juro.
Violante es el pasado y el futuro
Violante es lo “detrás” y lo “delante”.
Parezco, ya lo sé, un nuevo farsante
imitando a Tedaldi y Lope, al puro
estilo de su época… un oscuro
personajillo, un torpe figurante,
pero no, no lo soy. Soy solamente
Un poeta atascado en un pedido,
Un obrero del verso ineficiente.
Prometo acometer el cometido.
Prometo exprimir más mi pobre mente.
Si ella lo pide, yo, también lo pido.
…que en mi vida me he visto en tanto aprieto
bien lo sabes, Violante, y que me excito,
mas no importa, querida, no es delito
pedir a los amigos un soneto.
Eso sí, si me sale bien, completo,
ya sea con teclado o manuscrito
tú no digas después que lo descrito
es un juego falaz, un tonto reto.
Glosando este soneto otro me nace.
glosando verso a verso lo existente,
mostrando quién y qué y cómo se hace
espero que resulte suficiente.
Al menos a mí hacerlo me complace
mucho más que leer los de otra gente.
Catorce versos dicen que es soneto
Silabas son ciento cincuenta y cuatro.
Catorce endecasílabos, teatro
para un nuevo y absurdo Rigoletto.
Catorce versos con los que someto
el lenguaje a sufrir las veinticuatro
horas en que las voces que idolatro
vuelven a ser no-voces (¡qué panfleto!).
Quien juega con el ritmo del lenguaje
y sílabas y acentos entreteje
es normal que al final casi no encaje.
Yo no encajo en mí mismo, soy mi hereje.
Lo mío es afición al sabotaje
matemático-oral, no se acompleje.
Burla burlando van los tres delante.
Qué tres endecasílabos, poeta.
Qué fórmula tan pública y secreta.
Qué terna de estructura sibilante.
Burla burlando y que el burlado cante
lo burlesco con tono de opereta.
Yo me burlo de aquel que me respeta
Aunque sé burlarse no es bastante.
Que tres versos se burlen de otro verso
que ya por ser el cuarto es minoría
solo sirve de burla en mi universo.
Maldita debe estar la poesía
si genera estas burlas el esfuerzo
del poeta, falaz Violante mía.
Yo pensé que no hallara consonante,
y ya ves, encontré, sigo encontrando.
Parezco un clown poético jugando
a que nada en el arte es importante.
No te enfades conmigo. En lo adelante
fingiré que me cuesta estar versando.
Haré muecas de bardo trabajando,
haré gestos de obrero palabrante.
Qué culpa tengo yo de que el poema
como pliego de voces se despliegue,
saque lengua y sonría y nada tema.
No me niegues el vicio de que juegue.
no condenes mis versos a la quema.
Quien ve que puedo hacerlo, no lo niegue.
…y estoy a la mitad de otro cuarteto
como quien no quería, tan culpable
que si hubiese querido lo admirable
se volviese en mi contra vano objeto.
No intento lucimiento. No hay secreto.
Si canto es natural que también hable
y como i-repentista i-rresponsable
a no jactarme más me comprometo.
Este es el I + D de los poemas.
El I + D + I del sonetismo.
Así que tú, querida, no me temas.
¿Producto Interno Bruto? Da lo mismo.
¿Producto Externo? ¿Inteligencia extrema?
Catorce versos… ¿Ya? ¡Que nerviosismo!
…mas si me veo en el primer terceto
y los demás me ven, peor incluso,
podrían acusarme de que abuso
de tu confianza y aplicarme un veto.
Podrías acusarme de obsoleto,
Decir, ¿y a este palurdo quién lo puso?
Decir que soy un ángulo muy obtuso.
Decir que soy de Lope un mal bisnieto.
En mi defensa no diré ni un verso.
Me pondré boca abajo en el teclado.
Rimaré por la espalda, de reverso.
Estaré sin defensa, anonadado.
Solo al final diré, “séptimo verso”,
penúltimo en cuarteto ya glosado.
No hay cosa en los cuartetos que me espante
como tampoco hay cosas que me animen
a seguir este juego en el que gimen
las bisagras del ritmo: voz menguante.
Pero todo retado es ya retante
y a quien retan del reto no lo eximen,
como mismo las jóvenes con himen
no pre-eximen de culpa al post-amante.
Un cuarteto es, digamos, el comienzo
de un viaje a otro cuarteto que a su vez
es la entrada a un tercero que después
de otro terceto es pórtico. Si venzo
habré vencido cuatro y cuatro y tres
de las trampas poéticas que trenzo.
Por el primer terceto voy entrando.
Entré y entro y entrar se vuelve vicio.
Dan ganas de leer desde el inicio.
Dan ganas de alquilar un hasta cuándo.
Noveno verso. ¿No los vas contando?
Noveno verso. ¿Triunfo o estropicio?
Si llegas al terceto en este juicio
no te dejes timar, estás ganando.
Me gusta lo ternario y triangulante
que tienen los tercetos del soneto,
su ritmo descendente-estimulante.
Me gusta lo ternario del terceto.
¡Qué bonitos los tríos!, ¿eh, Violante?
¿A que el número tres es muy coqueto?
…y parece que entré con pie derecho
porque de lo contrario caería
en sabe Dios qué extraña fechoría
de esas que te hacen nudos en el pecho.
Al menos yo me quedo satisfecho,
con cara de feliz melancolía.
¿Violante aceptará tanta herejía?
¿Acaso lo pedido no está hecho?
Violante me retó, bien por la dama.
Yo me suelo asustar, mas no lo hice.
¿Un soneto?, me dije. ¿Tengo fama
de hacer sonetos? Pues que lo analice.
Y mientras analiza forma y trama
normal que este soneto finalice.
…pues fin con este verso le voy dando
al reto de Violante, buena amiga,
la que reta a los retos y mitiga
las reglas que yo (solo) voy violando.
Espero que no quieran luego ir dando
noticias que Violante contradiga.
No niego que el soneto me fatiga,
que tengo ahora el cerebro medio blando.
Pero los retos son muy divertidos.
Si pierdes nada pasa, es solo un juego.
Ni siquiera hay cadáveres ni heridos
Y si ganas, centímetros de ego
salpican de otros bardos los oídos
para que nunca más te reten luego.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que el segundo al primero algo le debe
y el primero al tercero lo conmueve
y el tercero va al cuarto insatisfecho.
Cada verso nacido saca pecho.
Se hace el duro, el gran verso cuando bebe.
Pero a mí no me importa, todo es breve,
tan breve que parece poco hecho.
Un soneto pedido o encargado
más méritos no tiene que uno escrito
por el mero placer de lo inspirado.
¿Si improviso un soneto es un delito?
¿Si improviso un soneto es un pecado?
No le cuenten a Lope, pobrecito.
Que voy los trece versos acabando
y ya perdí la cuenta no el acento.
Trece versos que son un buen invento
para seguir sonetos practicando.
Yo juego a no ser yo de vez en cuando.
Yo juego a ser el Lope del seis ciento.
Ludópata verbal al 10 por ciento.
Ludópata verbal improvisando.
Pero en catorce versos me re-creo,
Digamos que me creo varias veces
y en varios rostros más mi rostro veo.
¿Qué tal si llamo a Lope y lo enterneces?
¿Qué tal si los sonetos que te leo
los oyes y después desapareces?
Contad si son catorce y está hecho
el soneto de marras, tu poema
de catorce por once, viejo esquema
que en Petrarca tenía (antes) el techo.
Contad si son catorce y satisfecho
heme entonces por fin: cero dilema.
Un poeta mandado, voz extrema
que vive entre sonetos contrahecho.
No se diga, Violante, que he faltado
a este mi compromiso con las musas
ni siquiera pregones que he dudado.
Ya no entiendo, querida, por qué abusas
y me pides hacer lo que he acabado
si después ni los lees ni los usas.
Y solo por joder, porque se note
que estos son pasatiempos infantiles
después de estos sonetos sonetiles
te dejo de propina un estrambote.
Alexis Díaz-Pimienta
www.diazpiimienta.com
Twitter: @DíazPimienta