16 de enero. El día
huele a nieve y sabe a sal.
Son las 10, pero da igual,
al filo del mediodía
seguirá está imagen fría
de una España congelada.
El sol mira y no hace nada.
Las estufas están tristes.
“Querido Dios, ya que existes
haz algo”, escribe mi amada.
Con este frío ella es
mi calefactor doméstico.
Y yo el suyo. ¿Es anapéstico
nuestro enlace? ¿Nuestros pies
son métricos (¿dos o tres?)
metidos bajo la manta?
No lo sé. Pero se aguanta
mejor el frío metiéndonos
uno en otro, protegiéndonos
piel con piel. El frío espanta.
La tanta nieve en España
hace que no sea errático
pensar que el cambio climático
es verídico y nos daña.
Alguna gente se engaña
con fotos de aire invernal,
pero estamos mal, muy mal.
Por una parte la nieve
y por otra el COVID. Debe
haber un complot bestial
de recónditos poderes
y esotéricas deidades
para que estén las ciudades
como están. ¿De dónde eres?
¿Cuál es tu intención? ¿Qué quieres?
(Preguntas que a nadie importa).
Desde Madrid se reporta
que la Antártida esta bien.
Papá Noel dice: “¿Y quién
-político de luz corta-
alargó de esa manera
mi jornada laboral?”
Pide aumento salarial.
Pide hidrogel. “Allá afuera
hay COVID -toco madera-
y yo estoy mayor y cojo”.
Ha puesto cara de enojo.
Quiere dejar su papel.
“Cualquiera es Papá Noel
si se pone un gorro rojo”.
Así está enero ahora mismo
a las 10 de la mañana.
Si miro por la ventana
me gana el escepticismo.
Vaya enero. Hay nerviosismo
en todo el que desayuna.
Que el frío. Que la vacuna.
Que la Ayuso. Que Simón.
Que un carajillo con ron.
Que me mudo pa’ la luna.
Que si la culpa es de Illa.
Que si la culpa es de Dios.
Que culpables son los dos.
Que si Moreno en Sevilla.
Que si el mejor es Revilla.
Que si el gobierno central.
Que si el paisaje invernal.
Que si otro confinamiento.
Que si la lluvia y el viento.
Que si lo hacen bien o mal.
¿Mi desayuno? Tostada
con tomate. Huevo duro.
Dos lascas de “¿y el futuro?”
Dos pizcas de risa helada.
Silencio y una manchada.
Silencio con sacarina.
Silencio y “pero qué ruina”.
Silencio y “maldito enero”.
Silencio y “para febrero
la cosa no se termina”.
¿Mi desayuno? En mi casa.
Dónde si no. Es lo mejor.
Aquí solito. Al calor
de mi estufa y de mi taza.
Yo mismo me doy la brasa.
“Quédate en casa, Pimienta”.
Estoy sacando la cuenta
y en mis años españoles
nunca hubo tantos controles
de ansiedad. Es tan violenta
la situación ahora mismo
que dan ganas de tener
The Time Machine y volver
atrás. ¡Viva el ayerismo!
“Cualquiertiempopasadismo”
es treding topic de nuevo.
“No te muevas”. No me muevo.
“No me toques”. No te toco.
“Come poco”. Como poco.
“No bebas”. No bebo nada.
“No rías”. No hay carcajada.
“Hazte el loco”. Me hago el loco.
“Dame el carnet”. Se lo doy.
“Saca la lengua”. La saco.
“No al tabaco”. No al tabaco.
“No estás feliz”. No lo estoy.
“No eres nadie”. Ok. No soy.
“No salgas”. “No hables”. “No cantes”.
“Usa hidrogel”. “Ponte guantes”.
Todo muy bien explicado.
“¿Y el futuro?” Congelado.
“¿Y la vida?” Eso era antes.
En fin, 16 de enero.
Es lo que hay. Desayuno.
Escribo. No me reúno
con nadie. Espero y espero
y espero y me desespero
porque no sé qué esperamos,
quiénes somos, dónde estamos,
ni adónde vamos tampoco.
“Hazte el loco”. Y me hago el loco.
Venga, sol, ¿desayunamos?
¿Desayunamos, sofá?
¿Un cafecito, librero?
¡Que ya es 16 de enero!
¡Un poco de ánimo! ¡Va!
Que la nieve ya se irá.
Que nos están vacunando.
Pon la tele. Coge el mando.
Estás tenso, te lo noto.
Sonríe para la foto.
¿Estamos del mismo bando?
¿Te vacunas? ¿Me vacuno?
Hay que abrigarse. Me abrigo.
¿Te acuerdas de aquel amigo…?
¿Feliz 2021?
Crónica del desayuno.
Crónica en décimas frías.
Crónica con distopías.
Crónica del desespero.
Hoy es 16 de enero.
¿Y estas décimas son mías?
…………
CRÓNICAS DEL DESAYUNO:
16 de ene. de 21