"Uno de los mejores narradores cubanos de la hora presente"
(Juan Bonilla)

Del Blog de Díaz-Pimienta

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¿CHAMAQUILI viaja de La Habana a Almería, o CHAMAQUILI viaja de Almería a La Habana?

Publicado por Alexis Díaz Pimienta el 1 febrero 2011 a las 11:42 am
Un año más, en la Feria Internacional del Libro de la Habana, se presentará un nuevo libro de la colección Mapá, protagonizado por Chamaquili. Se trata de "Chamaquili en Almería" (Ed. Abril, 2011), el sexto libro de esta "saga" infantil tan esperada por los niños cubanos.


No disimulo mi emoción. No quiero ni puedo. Reconozco que ando un poco enfadado con mi editorial cubana, porque todos los años, menos éste, me envían un PDF con la portada del nuevo libro de Chamaquili que se presentará (como ya es costumbre) en la Feria del Libro de La Habana. Todos los años, menos éste. Y se los he pedido. Algunas veces me han enviado, incluso, todo el libro escaneado. Pero sobre este nuevo Chamaquili nada. Sólo las pruebas de galera que corregí hace meses, pidiendo, por favor, que me enviaran "los poemas de Oliver", es decir, las ilustraciones de la nueva entrega. Pero nada. No quise insistir, pero reconozco que cada noche antes de acostarme busco en Internet noticias sobre el nuevo Chamaquili, noticias que he encontrado a cuenta gotas, y luego busco imágenes, que no encontraba nunca. Es decir, hallaba imágenes de libros anteriores (Chamaquili, Chamaquili, Buenos días, Chamaquili, Chamaquili en el cuarto de baño, Chamaquili y la lámpara-luna, Chamaquili en la Habana.), pero nada de "Chamaquili en Almería", la nueva propuesta. Tengo que decir que llevo la friolera de 10 meses seguidos fuera de La Habana, precisamente en Almería y que las coutas de nostalgia me sobrepasan, me sobrepesan, de ahí que esté incluso tan sensible. El caso es que cada noche rastreaba la red para ver si descubría la nueva cara de mi nuevo hijo, el libro para niños Chamaquili en Almería. Y nada. Hasta anoche. En el portal de Cubaliteraria encontré una hermosa crónica de la periodista Nancy Maestigue Prieto, que sido una de las primeras lectoras de esta entrega, junto a sus nietos, se lo cuenta a sus lectores:

"No hay dudas de que el mejor juez de la llamada literatura para niños son sus propios destinatarios. Esta realidad me la demostraron mis nietos, en cuanto me vieron llegar a casa con Chamaquili en Almería, la nueva propuesta del poeta, narrador, investigador y repentista Alexis Díaz Pimienta, con la Casa Editora Abril [...] Mis nietos no me permitieron ser quien primero lo leyera, pero fue bueno, porque sus comentarios sobre la impresión que les causó Chamaquili en Almería me sirvieron para darme cuenta de que será un libro muy bien recibido".


Y acto seguido encontré en la página oficial de la editra Abril, lo que tanto buscaba: el rostro de mi libro. Porque los libros tienen rostro, claro, y hasta que no los ves, hasta que no los miras a los ojos, no existen. Así hallé, en pequeña resolución, la cara hermosa de mi nuevo hijo, Chamaquili en Almería, un rostro dibujado por ese su otro padre, Jorge Oliver Medida (qué gran pareja de hecho, somos, Oli). Al fin, mi nuevo niño tenía cara: un Chamaquili rebosante de alegría, volando en una alfombra sobre las costas almerienses, bandera en mano, gato escudero, sonrisa pícara descubriendo islotes y palmeras. Qué emoción, lo confieso. Nunca será posible describir lo que se siente en ese instante, cuando uno ve por vez primera la cara de su libro. Algunos dicen los clásicos "igualito a su padre", "qué monada", "ay, qué niño más lindo", pero la moyoría de los autores nos quedamos sin palabras, la baba cayendo sobre la barbilla, una expresión de tonta felicidad que las palabras disimulan. Heme entonces, anoche, casi a las 3 de la mañana, viendo la cara de mi nuevo niño como lo que soy: un padre enamorado y feliz, emocionado y feliz, imaginando el resto. Otra vez una portada a todo color, un poema visual del gran Oliver, donde Almería habla de la aridez de su paisaje y de lo azul de su Mediterráneo. Y el niño-niño, mi Chamaquili, volando en una alfombra. Otra vez Almería y La Habana unidas en un libro (recordemos, por supuesto, En Almería casi nunca llueve). Otra vez Chamaquili, mi Chamaquili, entrando en los hogares de miles de niños que, años tras año (como ya es costumbre) lo buscan, lo esperan, lo leen, lo miman, lo citan, lo memorizan y hasta lo cantan con cariño. No puedo pedir más. Hoy, 1 de febrero del año 2011, tengo un día raro. Los índices de nostalgia (que en mí son de Habanalgia) son altíisimos (algo que supondría rostro serio, versos grises, escritura invernal), pero los índices de emoción son todavía más altos, y me nace este texto-crónica-qué se yo, sobre un padre que descubre la cara de su hijo (que está lejos) y exorcisa todas sus tristezas, potenciales tristezas, contemplándolo. Mirénlo ustedes, que no es amor de padre, ceguera paternal-paternalista. Chamaquili en Almería ya está ahí, en la calle, en mano de sus otros parientes, los lectores. Ya falta menos para que nos veamos.




Esta vez no podré estar yo en su presentación al público, en la Cabaña, pero es muy listo el niño, sobrá moverse solo entre la gente, tendrá tantos amigos y parientes velando por él, esperándolo, que ni siquiera notará mi ausencia. Eso sí, una duda me asaltó a última hora: en este caso, ¿Chamaquili viaje de La Habana a Almería, o al revés, de Almería a La Habana? Porque el último libro publicado de la "saga", fue Chamaquili en La Habana; entonces, si él estaba en La Habana y ahora está en Almería, ¿vino de vuelta? En realidad Chamaquili, el verdadero Chamaquili (mi hijo Aljejandro) está ahora en Almería, conmigo, y esos poemas han sido dichos por él y escritos por mí, desde esta hermosa ciudad andaluza. ¿Entonces? ¿Vino o va? ¿O ambas cosas? En fin, me hago un lío. Tal vez la respuesta está en la cara que Oliver le ha pintado: Chamaquili viene y va de La Habana a Almería, de Almería a la Habana, sobre su alfombra mágica, constantemente viene y va, es otro caso de "ida y vuelta", por eso su mejor retrato es ese, así, detenido en el aire. Juzguen ustedes mismos. Prometo que en cuanto tenga una foto con mayor resolución la comparto con todos.
Ya ven, hasta el enfado con la editorial se me pasó. Ahora lo entiendo. Estaban "escondiéndome la bola" para ver mi tonta cara de felicidad ahora. Gracias, Lily, la gran Lily, Liliam Sabina, uno de las mejores editoras que he he tenido hasta ahora, de las "antiguas", de las que miman y cuidan cada palabra, cada letra, cada signo; gracias, Oliver, padre ex-aequo de todos estos hijos colooridos, gracias por tanta poesía plástica; gracias Yuri, por el diseño que ayuda tanto a que los niños se encariñen con el libro; gracias Niurka Domenigo y Diana Lio, amigas entrañables. Es un lujo tener un equipo editorial como este. Ya mismo me pongo a trabajar en el próximo libro. Pero, por favor, ¡¡mándenme esteeeeee!!

Por lo pronto, disfrutemos de esta y, cómo sabe a poco, añadamos esta preciosa crónica del periodista cubano Juan Morales, donde describe cómo fue, hace ya casi un año, mi encuentro con sus hijas Beatriz y Sofía, dos pequeñísimas lectoras de Chamaquili, es decir, amigas de Chamaquili, dos de las que contribuirán a que en la Feria del Libro, dentro de pocos días, mi nuevo chamaquili no me eche de menos.

Mis hijas y Chamaquili
12-04-2010


Alexis Díaz Pimienta, el conocido repentista cubano, anduvo hace pocos días de visita por Las Tunas. En la ciudad capital ofreció un espectáculo a teatro repleto. No pude llevar a mis niñas, pues coincidió en fecha con el acto provincial en conmemoración del Día de la Prensa Cubana, al que, inexcusablemente, debía asistir.
Cuando Sofía y Beatriz se enteraron, pusieron el grito en el cielo. Y me lo recriminaron. «Papito -me reprochó la primera, enojadísima-, así que el papá de Chamaquili estuvo aquí en el Teatro Tunas y tú no nos dijiste nada. ¡Mi´jito...!» La segunda me lo censuró con las manos en la cintura: «No nos llevaste, papito», exclamó.
Chamaquili -para quienes no lo saben- es el título genérico de un libro infantil que ha tenido tremendo éxito entre los chiquitines y sus familias. La Casa Editora Abril publicó ya las cinco primeras partes, con bellísimas y coloridas ilustraciones del artista Jorge Oliver Medina.
«Se trata de una serie de historias contadas en versos a partir de las conversaciones entre un adulto y su chiquilín -escribió recientemente el tabloide cultural cubano La Jiribilla-. Alexis, sencillamente, llevó a literatura escrita lo que su pequeño Alejandro le decía cuando apenas tenía un año. Son conversaciones entre Mapá o Pamá y su vástago para explicar la sencillez y lo maravilloso del mundo que nos rodea».
El acta de un reciente Jurado, que  distinguió a una de las ediciones de Chamaquili  con el premio La Rosa Blanca, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), agrega que esos libros valen «por la sencillez y respeto, el tono desenfadado y el alto valor que le otorga al niño».
De tantas veces que se los hemos leído, mis niñas pueden recitar de memoria pasajes completos de estos  textos fabulosos donde se habla de sentimientos, educación formal, valores, respeto a los ancianos, tolerancia, amor filial, espiritualidad, aplicación, cuidado a la naturaleza, en fin...
A pesar de mi convicción de que había obrado correctamente, experimenté una sensación de culpa por no haber llevado a mis pequeñas hijas al espectáculo. ¿Qué hacer?  Se me ocurrió una idea que puse en práctica a la mañana siguiente. Tomé el teléfono y llamé a la carpeta del Hotel Las Tunas. Pregunté si Alexis Díaz Pimienta estaba hospedado allí. La respuesta fue afirmativa.
Me identifiqué como periodista y solicité que, por favor, me comunicaran con su habitación. Lo hicieron y al momento estábamos él y yo al habla. «Alexis -le dije tras el saludo-, mis hijas Sofía y Beatriz están ansiosas por conocerte. Me sacarías de un gran aprieto si les dedicas unos minutos. Vivimos cerca, así que en media hora podemos estar en el lobby».
Me respondió como solo saben hacerlo las personas sensibles. «Tráelas ahora mismo, no hay problemas», dijo. Y así fue como los tres -Sofi, Betica y yo- ganamos enseguida la calle y en un cuarto de hora estábamos frente al autor cubano más querido y admirado por los fiñes.
Después de las presentaciones de rigor -debo decir que tiempo atrás Alexis y yo habíamos intercambiado algunos mensajes vía Facebook-, me hice a un lado y me limité durante un  buen rato a disfrutar del panorama. Lo primero que hizo el poeta, luego de saludar a mis hijas como a «viejas conocidas»,  fue regalarles un ejemplar de su última entrega, Chamaquili en La Habana. Allí mismo escribió la dedicatoria: «Para Beatriz y Sofía, mis pequeñas amigas de Las Tunas, con muchísimo cariño, esperando que sigan creciendo con Chamaquili. Un beso grande. Pimienta. 14-03-10».  Se lo agradecieron como ellas saben hacerlo: con alegría.




En el ínterin, un botones del hotel les obsequió un par de globos. Entonces todos  juntos nos pusimos a conversar. Sofía le declamó de un tirón uno de los poemas del primer libro de Chamaquili y un largo fragmento de otro; Betica, para no ser menos, le recitó Palomita, uno de sus textos preferidos.  Alexis las miraba entre divertido y asombrado.
Le hicieron mil preguntas, algunas difíciles de responder. Alexis capeó el temporal como pudo.  Luego,  sonriente, extrajo su teléfono móvil y les mostró  en la diminuta pantalla fotos del Chamaquili de verdad, su hijo, fuente de inspiración de sus obras.
No satisfecho con eso, y ante el visible entusiasmo de mis niñas por las imágenes, se excusó un momento, subió a su habitación y regresó con una laptop, desde cuyo monitor ellas disfrutaron de varios videos donde padre e hijo aparecen rapeando alegremente algunos de los poemas más populares de los libros.
Todos disfrutamos del inusual  encuentro una barbaridad y hasta  pude hacer varias fotos, tres de las cuales inserto en este texto.  El tiempo, sin embargo, transcurrió  a toda máquina. Y, como yo estaba al tanto de que el poeta debía partir al mediodía para la ciudad de Puerto Padre, donde ofrecería el último de sus recitales tuneros, propuse la despedida.
«Tienes unas hijas maravillosas», me dijo el célebre padre de Chamaquili cuando, ya en retirada, nos estrechamos las diestras. Miré en dirección a las niñas y las vi. Corrían, muertas de la risa, por los pasillos del hotel, detrás de sus globos de colores. Y me dije que, en efecto, Sofía y Beatriz son un par de chicas maravillosas. Reconozco que esta certeza  puede ser tildada de nepotista, porque proviene de alguien  muy cercano a ellas. Pero, aunque lo fuera ¿excusarían ustedes a este padre orgulloso de sus hijas?

Repeortaje sobre la nueva entrega de Chamaquili en el periódico mexicano Pequenews:



Una exclusiva: Chamaquili leyendo a Chamaquili



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