CHAMAQUILI: UN LIBRO COLOR REDONDO
por Sonia Betacort,
poeta y profesora de la Universidad de Salamanca
Estas son las coordenadas de la serie de aventuras de “Chamaquili”, carta de navegación de rejuvenecimientos, juguete de profundidades, texto cómplice de una alegría de los siete años. En efecto, Alexis Díaz-Pimienta (La Habana,1966) ha creado una fábula maravillosa para grandes y chicos. “Chamaquili” es una leyenda para adultos con ansias de crecer hacia la infancia, con deseos de retomar los lenguajes más libres del juego. Todo en las historias de este niño de dos orillas suena a metafísico xilófono, invocador de los paradigmas de la espontaneidad. A esa altura, cualquier edad encontrará su niñez, un viaje con alfombra mágica cuyo destino final descansa en la picardía más inocente y en los sueños más puros.
Pero sobre todo, “Chamaquili” ha conseguido desarrollar una de las habilidades más imponentes de los cuentos infantiles: acompañar las emociones. La amistad, el amor, la soledad, el aprendizaje, la corporeidad, el miedo, la valentía, aparecen en las historias de este niño universal que conoce a la perfección el camino del guiño poético y del calambur. ¡¡¡¡Chiquititos, a volar!!!!!…
“Chamaquili” es una travesía de dos costas, de Almería a la Habana, de la jerga andaluza a la cubana, del imaginario caribeño al español. Un asombro en constante latencia muy bien acompañado por una alta presencia de imágenes marinas y terrestres: peces de piscina y medusas disueltas en cubitos de hielo, dibujos animados que atacan nuestros sueños, un metro que tantea en la medida el precio escandaloso de las cosas, un calendario con la cronología de los deseos, un mapa con forma de chichón, una conversación vertiginosa con la función de los dientes de leche, el agua salada de Aguadulce, la metaliteratura de ogros, brujas y lobos que ya causan risa… Todo, acompañado por un excelente trabajo de ilustración y por un lenguaje de una gran inteligencia emocional, donde no pasan desapercibidos la fuerza didáctica y el vuelo lírico, la humanidad y la conciencia social, la apertura y el buen juicio.
Alexis Díaz-Pimienta ha conseguido un equilibrio encantador entre humor y ternura, cotidiano y maravilla, imaginación y realidad.
“Chamaquili” es el retrato de tres niños. Un niño que es todos los niños, un niño que es todos los adultos que tienen la suerte de tener dentro un niño y el poeta Alexis Díaz-Pimienta, un niño grande. Con pasos agigantados, huellas indelebles, corazón de siete leguas, “Chamaquili” ha decidido refundar el mundo, y darle, por fin, su auténtico color: “¿De qué color iba a ser?/ ¡El mundo es color redondo!”
Tomado del Blog Literario de Sonia Betancort
CHAMAQUILI: EL NIÑO POETA
por Diego Reche
Con los ojos de un niño inquieto mira Díaz-Pimienta la provincia de Almería (ya la había mirado antes, con ojos adultos, en su nostálgico poemario En Almería casi nunca llueve), con los ojos escrutadores y asombrados de un niño pequeño que va descubriendo nuestras playas, pueblos, monumentos, paisajes, pero sin la pedantería de un guía turístico ni la frivolidad de un turista de paso, sino con inocencia, humor, ternura, salpicándolo todo de una gracia y una magia inigualables. Es una suerte que ahora Chamaquili, que ya es un clásico de la literatura infantil en Cuba, contemple nuestra provincia, y aprenda y enseñe cómo debe mirarse, porque, ¿qué otra cosa es la poesía sino el aprendizaje del mirar y el convertir lo visto en fotogramas hechos de palabras? Su mirada, desde abajo, desde la altura de un niño, engrandece nuestros lugares y nuestras pequeñas costumbres, trazando y trasladándonos a todos la inquietud de sus preguntas: Playa de Aguadulce, / arena y agua, / ¿por qué si eres de Aguadulce / tienes el agua salada? Con un papá cubano (o mejor un “mapá”, como diría Chamaquili), con un padre que hace ya muchos años descubrió Almería y la siente y palpa en sus versos y prosa, Chamaquili es un personaje tan real (está inspirado en las vivencias y ocurrencias del pequeño Alejandro, el tercer hijo del poeta), que al lector olvida muchas veces que está leyendo un libro “de ficción”, y le queda la sensación de estar husmeando un diario, el diario de un pequeño que piensa y habla a veces como “un grande”.
Alexis Díaz-Pimienta es, además de escritor, repentista, es decir, trovero, un cazador de palabras, esas palabras que rescata oralmente del aire cuando repentiza, y que pule y ajusta hasta la exquisitez cuando la convierte en verso escrito, ambas cosas con una agilidad y un dominio del verso envidiables. Y este dominio nos los trasmite también Chamaquili en Almería, con poemas cercanos donde se torna poesía la vida asombrada y cotidiana de un niño, poesía que no sólo gustará a los pequeños, sino también a los mayores que recuerdan o han olvidado que lo fueron y ahora ven en sus hijos el reflejo de sus propias historias.
Chamaquili en Almería es el sexto libro de un curiosa saga poética que el autor cubano ha venido publicando en los últimos años en Cuba (antes se han editado, ¡Chamaquili, Chamaquili!, 2006; ¡Buenos días, Chamaquili!, 2007; Chamaquili y la lámpara-luna, 2008; Chamaquili en el cuarto de baño, 2009; y Chamaquili en la Habana, 2010). Nosotros no sabemos qué acogida habrá tenido en Cuba este libro que habla a los niños cubanos de un lejano lugar, desconocido para ellos, llamado Almería, pero como almeriense, como padre y, sobre todo, como educadar, creemos que Chamaquili en Almería es un libro imprescindible en los colegios de nuestra provincia, de toda Andalucía, y por qué no, de toda España, para que los alumnos descubran, sin didactismos, desde la mirada inocente del sabio Chamaquili, lugares nuestros tan emblemáticos como el Poblado del Oeste (Pistoleros y caballos. / Cagarrutas en la arena. / el sol quemando el desierto. / los indios en sus casetas); o la mítica Alcazaba (Esta es la Alcazaba, / un viejo palacio / al que hay que subir / bastante despacio), o la no menos mítica Alpujarra almeriense (Hay un lugar en le mundo que se llama La Alpujarra / un lugar lleno de lomas, / barrancos y casas blancas), o la pintoresca carretera del Cañarete (pero lo que más me gusta, mapá, / lo que más me agrada, / es esto de que viajemos, por el filito del mapa). En fin, para que nuestros niños descubran otra manera de mirar, pasear, descubrir nuestra provincia.
No importa tu edad. Si eres un niño o una niña, si eres adolescente, o padre, o tío, o maestro, o taxista, o fontanero, si eres incluso abuelo, y no conoces a Chamaquili, ya estás tardando en buscar sus noticias, poemas, imágenes, anécdotas, sus libros todos (empezando por este, claro) y para eso te recomendamos visitar la Página Web Oficial de Chamaquili, donde comprobarás, como bien dice la propia editorial, que esta obra de Alexis Díaz Pimienta, con ilustraciones de Jorge Oliver Medina, es “poesía infantil para lectores de todas las edades”.
Diego Reche Artero, 28 de septiembre de 2011 (Tomado de POESÍA EN LA RED)
por Maximiano Trapero
Yo sé del éxito de la serie Chamaquili en Cuba, y sé que todavía este personaje y estos libros están vinculados al nombre de su autor, el cubano Alexis Díaz-Pimienta. Pero sé también –lo preveo, lo intuyo, lo vaticino– que su nombre se diluirá poco a poco en la memoria de las gentes, mientras su obra se afianzará hasta convertirse en un nuevo clásico de la literatura infantil en lengua española, o más allá, a donde lleguen sus libros.
Y sé, también, que el nombre de Alexis será sustituido por Mapá, ese Mapá que un día feliz creó a un niño-niña de vocación universal, llamado Chamaquili, travieso, tierno, original, ocurrente, feliz, ese Chamaquili a quien miles y miles de niños y niñas cubanos consideran ya su mejor amigo, y que será, seguro, el mejor amigo de miles de niños en otros países (empezando por España, donde verá la luz próximamente el primer título, Chamaquili en Almería, que es, paradojicamente, el último publicado en La Habana) y nuestros niños también tendrán en Chamaquili a su primer y mejor amigo, al vocero infantil de sus primeras fantasías.
Y sé también –preveo, intuyo, vaticino– que a miles de niños españoles les pasará como a mi nietita Lucía, quien aprendió a pronunciar sin titubeos ese que para mí, todo un abuelo, era un enrevesado nombre, Chamaquili, casi un trabalenguas, pero que ella lo aprendió pronto, muy pronto, hasta quedársele prendido para siempre, entre sus primeras palabras con música. Porque sí, los versos de Chamaquili tienen música, aunque las partituras no aparezcan en sus páginas. ¿Qué más gloria puede desear un autor que verse sustituido, subsumido, por su obra? Ese destino y no otro, espera al autor de Chamaquili.
Pero si un grupo social debe estar de plácemes con la llegada de Chamaquili a España (además de los niños, claro, y de los padres de los niños, ¡y de los abuelos, faltaba más!), si un grupo social debe estar feliz y frotándose las manos, son los maestros de primaria, de todas los cursos. Los libros de Chamaquili son, sin didactismo, verdaderos manuales de enseñanza, libros idóneos para trabajar con los pequeños todas, o casi todas, las etapas del lenguaje y los entresijos de la poesía. Un verdadero festín del idioma, con gracia, sin ñoñería, con altura poética. Y a todo esto, por si fuera poco, hay que sumarle la gracia y la poética particulares del ilustrador, Jorge Oliver Medina, desconocido entre nosotros pero un auténtico clásico vivo en el mundo del cine y la televisión para niños en Cuba. Oliver Medina se estrenó como ilustrador de libros precisamente con los Chamaquili de Pimienta, y han hecho ambos un tándem tan perfecto, que la editorial Scripta Manent no lo pensó dos veces a la hora de editar los libros en España: Chamaquili en Almería (y el resto de la saga, porque ya van siete títulos) llegará a los lectores de esta parte del mundo con las imágenes, el colorido y la gracia de Jorge Oliver, quien más que ilustrar, endulza y alumbra los poemas de su amigo Pimienta.
Preparémonos pues, abuelos, padres, maestros, niños y niñas… Chamaquili llegará para quedarse. Dicen quienes me conocen que soy un ser muy práctico, y que se me dan muy mal los vaticinios. Pero no sé por qué sospecho que esta vez he acertado. La cara de mi nieta, feliz, con su ejemplar de Chamaquili entre las manos, es la mejor prueba de ello.
Tomado del Blog Cuarto de Mala Música.
(La Habana, 1966). Escritor y repentista. Ha publicado hasta la fecha (2011) 25 libros en los géneros poesía, novela, ensayo, cuento, literatura para niños, muchos de ellos ganadores de premios nacionales e internacionales en Cuba y España. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, alemán, árabe y búlgaro.
En el género infantil ha publicado Cuentos clásicos en verso (Ed. Selector, México 1998; ed. Gente Nueva, La Habana, 2000 y 2004); En un lugar de la Mancha (Gente Nueva, La Habana, 2004; versión de Don Quijote en verso); El extraño caso del niño al que acusaron de morder la luna (Abril, 2004) y 7 títulos de la serie protagonizada por Chamaquili: ¡Chamaquili, Chamaquili! (2006); ¡Buenos días, Chamaquili! (2007(; Chamaquili y la lámpara-luna (2008); Chamaquili en el cuarto de baño (2009); Chamaquili en La Habana (2010); Chamaquili en Almería (2011) y Chamaquili regresa a La Habana (2012);
Es también autor de canciones y obras teatrales para niños.
JORGE OLIVER MEDINA
(La Habana, 1947). Ilustrador, escritor, periodista, director y crítico de cine, historietista, director y conductor de programas de TV. Fundó la revista cubana para niños “Zunzún” donde por más de 20 años ha publicado su personaje más conocido: “El Capitán PLIN”. Dirigió el mensuario cultural “El Caimán Barbudo”, y ocupó la responsabilidad de subdirector del diario cubano “Juventud Rebelde”.
Ha publicado 35 libros infantiles. Guionista y realizador de films animados desde 1979. Autor de tres piezas de teatro para niños.
Ganador de premios nacionales por sus ilustraciones para libros, sus piezas se han reproducido también en España, (Cuentos de Compay Grillo y Teatro de Títeres, de Anisia Miranda).
Ilustra la serie de libros de la colección Chamaquili, desde sus inicios y con ella compartió por dos ocasiones el premio La Rosa Blanca de la Unión de escritores y artistas de Cuba en la Feria Internacional del Libro de La Habana.