"Uno de los mejores narradores cubanos de la hora presente"
(Juan Bonilla)

Del Blog de Díaz-Pimienta

ago
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Añadido por Alexis Díaz Pimienta el 25 agosto 2020 a las 11:09 am
Alexis Díaz-Pimienta (foto de Irene Barajas)

La prima Onelia pasaba horas y horas

tostando granos de maíz.

La prima Gisela pasaba horas y horas

batiendo las claras de los huevos.

El primo Eduardo y yo barríamos el patio.

El primo Chogüi ataba una caja de cartón

en un gajo de mango, en lo más alto.

No recuerdo si era todos los sábados,

o sólo algunos sábados, o en días distintos.

Cuando la prima Onelia traía los granos de maíz

convertidos en minúsculas rosas blancas,

y la prima Gisela de las claras había sacado nieve,

y el primo Eduardo y yo podíamos mirarnos

en el vidrio de la tierra del patio,

entonces, el primo Chogüi, que era el más alto,

trepaba a un taburete y vertía sobre la espalda del cartón

las rosas. Mientras, la prima Onelia doraba en el fuego

los conos de nieve, y los acomodaba sobre un plato.

La tía Inés, de pronto, aparecía con una jarra

de refresco de naranja agria.

Y todos los demás, diez o doce primos,

seis o siete vecinos, desconocidos incontables,

nos apretábamos debajo del cartón, esperando los hilos,

para tirar de ellos. Pero nunca hubo hilos.

El primo Chogüi, que era el más alto,

tomaba el palo de la escoba y, repetidas veces,

golpeaba la piñata desde abajo,

hasta que llovían sobre nuestras cabezas

pequeñísimos caramelos blancos,

dulces rosas de formas caprichosas.

Por suerte, la tierra estaba limpia

(la habíamos barrido el primo Eduardo y yo).

Revueltos, agarrados, con los puños cerrados para no perder nada,

pasaban cinco, diez, quince segundos de alegría eterna,

tal vez los más felices que hayamos vivido.

Lo demás, imagínenlo:

cola para los merenguitos de la prima Gisela,

cola para el refresco de la tía Inés,

cola de niños contando y recontando

a escondidas sus blancos caramelos.

Y en la boca de todos, en el alma de todos,

el sabor inolvidable de la tierra del patio. 



…………………………………….

Este poema se publicó originalmente en mi libro FIESTA DE DISFRACES (Calambur, Madrid, 2008)

Qué mejor fecha que hoy, el 21 de marzo, declarado por la UNESCO Día Mundial de la Poesía, para compartir con los visitantes de mi blog este poema-ejercicio, mis Sonetos sonetiles al soneto, un homenaje a Lope de Vega y a todos los poetas que hemos caído rendidos, durante siglos, a la magia de esta estrofa. Como verán, es un juego. Una glosa extendida al “soneto mayor”, al famoso soneto sonetil de Lope. Y no solamente gloso este soneto al estilo clásico (verso a verso) si no que me recreo (casi me ensaño) con el primer verso (“Un soneto me manda hacer Violante”), glosándolo varias veces, en varios tonos y estilos antes de seguir con el resto de la estrofa. Me hubiera encantado que el propio Lope leyera estas variantes, tomarnos un vino y discutirlo. Pero como Lope es muy suyo, y ni siquiera me responde los mensajes, lo comparto con ustedes, mis lectores, a ver qué les parece.

¿Lo comentamos? Los espero.

 
LOPE DE VEGA, EL FÉNIX DE LOS INGENIOS, autor del soneto más famoso
de la historia de la literatura española.

SONETOS SONETILES AL SONETO


Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho

Lope de Vega

I

Un soneto me manda hacer  Violante

Y yo… ¡cómo no hacer  lo que ella pide!

Yo no soy Lope, pero nadie olvide

que Lope fue también medio farsante.

Fue el mayor influencer (junto a Dante

y a Shakespeare) de ese tiempo que aún preside

tanta literatura y que divide

lo poético en dos: lectura y cante.

Pero bueno, Violante pide poco.

Pocas veces exige algún poema,

¿Cuartetos y tercetos? ¡Vaya coco!

Solo sé que el soneto es un esquema

y un poeta es un loco o se hace el loco

si es Violante quien pone o dicta el tema.

II

¿Un soneto me manda hacer Violante?

¡Cómo se atreve, qué locura es esa!

¡Que alguien ponga más vino en esta mesa!

¡Que tapen el cartel “prohibido el cante”!

Violante, por favor, vaya desplante.

Si se enteran los otros… vaya empresa.

Escóndeme de Góngora (¡sorpresa!),

que a Quevedo después no hay quien lo aguante.

Escóndeme de todos y lo hago.

Ocúltame de todos y lo escribo.

Ya sé que tengo fama de ser vago.

Ya sé que para muchos soy altivo,

pero te hago el soneto y así pago

por las horas en prosa que malvivo.

III

Un soneto Violante hacer me manda,

así, con desvergüenza desmedida.

Se ha pasado Violante media vida

haciéndole al soneto propaganda

Yo no sé qué le ponen en la vianda,

qué le echan a Violante en la bebida.

cómo puede tener esa demanda

delante de otra gente bien habida.

Violante es tan hermosa y culta y fina,

es tan violentamente sonetable

que o le haces el soneto o es tu ruina.

¡Ay, Violante, no quieras que yo hable!

No seas tan endeco-sonetina.

No seas tan lopesco-irresponsable.

IV

Que un soneto me mande hacer Violante

ya no es ni novedad ni atrevimiento.

Parece que yo soy —o así me siento—,

su conejo de Indias, su ayudante

para cábalas líricas mediante

lo que llama “versal divertimento”,

pero que para mí es un sufrimiento

sobre todo si están otros delante.

Que un soneto me pida ya es costumbre.

Que un soneto yo haga, ya ni cuenta.

Todo se hace ritual y pesadumbre.

Y se pone Violante  tan violenta,

que me siento preñado aunque no alumbre.

¡Pobrecito el mediocre de Pimienta!

 V

¡Qué soneto me manda hacer Violante!

¡Qué soneto, por Dios! ¿Clásico dices?

¿Lo quieres petrarquista, con matices

medievales o algo italianizante?

¿O me quieres aún más petulante:

soneto para asombro de infelices?

¿Shakesperiano?, ¿con eco?, ¿con raíces

y aires de parnasiano delirante?

Pide por esa boca, no te cortes.

Pide como si fueses mi patrona.

Exígeme albaranes y reportes.

Ya sabes que el silencio me almidona.

y no quiero pasar por mis aportes

de mal poeta a ser mala persona.

VI

Si me manda un soneto hacer Violante

yo no puedo no hacerlo, se los juro.

Violante es el pasado y el futuro

Violante es lo “detrás” y lo “delante”.

Parezco, ya lo sé, un nuevo farsante

imitando a Tedaldi y Lope, al puro

estilo de su época… un oscuro

personajillo, un torpe figurante,

pero no, no lo soy. Soy solamente

Un poeta atascado en un pedido,

Un obrero del verso ineficiente.

Prometo acometer el cometido.

Prometo exprimir más mi pobre mente.

Si ella lo pide, yo, también lo pido.

                                    

VII


…que en mi vida me he visto en tanto aprieto

bien lo sabes, Violante, y que me excito,

mas no importa, querida, no es delito

pedir a los amigos un soneto.

Eso sí, si me sale bien, completo,

ya sea con teclado o manuscrito

tú no digas después que lo descrito

es un juego falaz, un tonto reto.

Glosando este soneto otro me nace.

glosando verso a verso lo existente,

mostrando quién y qué y cómo se hace

espero que resulte suficiente.

Al menos a mí hacerlo me complace

mucho más que leer los de otra gente.

VIII

Catorce versos dicen que es soneto

Silabas son ciento cincuenta y cuatro.

Catorce endecasílabos, teatro

para un nuevo y absurdo Rigoletto.

Catorce versos con los que someto

el lenguaje a sufrir las veinticuatro

horas en que las voces que idolatro

vuelven a ser no-voces (¡qué panfleto!).

Quien juega con el ritmo del lenguaje

y sílabas y acentos entreteje

es normal que al final casi no encaje.

Yo no encajo en mí mismo, soy mi hereje.

Lo mío es afición al sabotaje

matemático-oral, no se acompleje.

IX

Burla burlando van los tres delante.

Qué tres endecasílabos, poeta.

Qué fórmula tan pública y secreta.

Qué terna de estructura sibilante.

Burla burlando y que el burlado cante

lo burlesco con tono de opereta.

Yo me burlo de aquel que me respeta

Aunque sé burlarse no es bastante.

Que tres versos se burlen de otro verso

que ya por ser el cuarto es minoría

solo sirve de burla en mi universo.

Maldita debe estar la poesía

si genera estas burlas el esfuerzo

del poeta, falaz Violante mía.

X

Yo pensé que no hallara consonante, 

y ya ves, encontré, sigo encontrando.

Parezco un clown poético  jugando

a que nada en el arte es importante.

No te enfades conmigo. En lo adelante

fingiré que me cuesta estar versando.

Haré muecas de bardo trabajando,

haré gestos de obrero palabrante.

Qué culpa tengo yo de que el poema

como pliego de voces se despliegue,

saque lengua y sonría y nada tema.

No me niegues el vicio de  que juegue.

no condenes mis versos a la quema.

Quien ve que puedo hacerlo, no lo niegue.

XI

…y estoy a la mitad de otro cuarteto

como quien no quería, tan culpable

que si hubiese querido lo admirable

se volviese en mi contra vano objeto.

No intento lucimiento. No hay secreto.

Si canto es natural que también hable

y como i-repentista i-rresponsable

a no jactarme más me comprometo.

Este es el I + D de los poemas.

El I + D + I del sonetismo.

Así que tú, querida, no me temas.

¿Producto Interno Bruto? Da lo mismo.

¿Producto Externo? ¿Inteligencia extrema?

Catorce versos… ¿Ya?  ¡Que nerviosismo!

XII


…mas si me veo en el primer terceto

y los demás me ven, peor incluso,

podrían acusarme de que abuso

de tu confianza y aplicarme un veto.

Podrías acusarme de obsoleto,

Decir, ¿y a este palurdo quién lo puso?

Decir que soy  un ángulo muy obtuso.

Decir que soy de Lope un mal bisnieto.

En mi defensa no diré ni un verso.

Me pondré boca abajo en el teclado.

Rimaré por la espalda, de reverso.

Estaré sin defensa, anonadado.

Solo al final diré, “séptimo verso”,

penúltimo en cuarteto ya glosado.

XIII


No hay cosa en los cuartetos que me espante

como tampoco hay cosas que me animen

a seguir este juego en el que gimen

las bisagras del ritmo: voz menguante.

Pero todo retado es ya retante

y a quien retan del reto no lo eximen,

como mismo las jóvenes con himen

no pre-eximen de culpa al post-amante.

Un cuarteto es, digamos, el comienzo

de un viaje a otro cuarteto que a su vez

es la entrada a un tercero que después

de otro terceto es pórtico. Si venzo

habré vencido cuatro y cuatro y tres

de las trampas poéticas que trenzo.

XIV

Por el primer terceto voy entrando.

Entré y entro y entrar se vuelve vicio.

Dan ganas de leer desde el inicio.

Dan ganas de alquilar un hasta cuándo.

Noveno verso. ¿No los vas contando?

Noveno verso. ¿Triunfo o estropicio?

Si llegas al terceto en este juicio

no te dejes timar, estás ganando.

Me gusta lo ternario y triangulante

que tienen los tercetos del soneto,

su ritmo descendente-estimulante.

Me gusta lo ternario del terceto.

¡Qué bonitos los tríos!, ¿eh, Violante?

¿A que el número tres es muy coqueto?

XV


…y parece que entré con pie derecho

porque de lo contrario caería

en sabe Dios qué extraña fechoría

de esas que te hacen nudos en el pecho.

Al menos yo me quedo satisfecho,

con cara de feliz melancolía.

¿Violante aceptará tanta herejía?

¿Acaso lo pedido no está hecho?

Violante me retó, bien por la dama.

Yo me suelo asustar, mas no lo hice.

¿Un soneto?, me dije. ¿Tengo fama

de hacer sonetos? Pues que lo analice.

Y mientras analiza forma y trama

normal que este soneto finalice.

XVI


…pues fin con este verso le voy dando

al reto de Violante, buena amiga,

la que reta a los retos y mitiga

las reglas que yo (solo) voy violando.

Espero que no quieran luego ir dando

noticias que Violante contradiga.

No niego que el soneto me fatiga,

que tengo ahora el cerebro medio blando.

Pero los retos son muy divertidos.

Si pierdes nada pasa, es solo un juego.

Ni siquiera hay cadáveres ni heridos

Y si ganas, centímetros de ego

salpican de otros bardos los oídos

para que nunca más te reten luego.

XVII

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho 

que el segundo al primero algo le debe

y el primero al tercero lo conmueve

y el tercero va al cuarto insatisfecho.

Cada verso nacido saca pecho.

Se hace el duro, el gran verso cuando bebe.

Pero a mí no me importa, todo es breve,

tan breve que parece poco hecho.

Un soneto pedido o encargado

más méritos no tiene que uno escrito

por el mero placer de lo inspirado.

¿Si improviso un soneto es un delito?

¿Si improviso un soneto es un pecado?

No le cuenten a Lope, pobrecito.

XVIII


Que voy los trece versos acabando

y ya perdí la cuenta no el acento.

Trece versos que son un buen invento

para seguir sonetos practicando.

Yo juego a no ser yo de vez en cuando.

Yo juego a ser el Lope del seis ciento.

Ludópata verbal al 10 por ciento.

Ludópata verbal improvisando.

Pero en catorce versos me re-creo,

Digamos que me creo varias veces

y en varios rostros más mi rostro veo.

¿Qué tal si llamo a Lope y lo enterneces?

¿Qué tal si los sonetos que te leo

los oyes y después desapareces?

XIX


Contad si son catorce y está hecho

el soneto de marras, tu poema

de catorce por once, viejo esquema

que en Petrarca tenía (antes) el techo.

Contad si son catorce y satisfecho

heme entonces por fin: cero dilema.

Un poeta mandado, voz extrema

que vive entre sonetos contrahecho.

No se diga, Violante, que he faltado

a este mi compromiso con las musas

ni siquiera pregones que he dudado.

Ya no entiendo, querida, por qué abusas

y me pides hacer lo que he acabado

si después ni los lees ni los usas.

Y solo por joder, porque se note

que estos son pasatiempos infantiles

después de estos sonetos sonetiles

te dejo de propina un estrambote.

Alexis Díaz-Pimienta
www.diazpiimienta.com
Twitter: @DíazPimienta

jul
24

En el año 2006, cuando cumplí 40 años, escribí un poemario autobiográfico formado por décimas y sonetos, con el título La crisis de los 40. Han pasado 12 años y sigue inédito. Este es uno de los poemas que conforman el libro. Espero que lo disfruten. 


Yo, improvisando con mi hijo Alex Díaz Hernández,
en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.


 

Días de visita al médico

…y, lo que sería peor, hacerse poeta,

que, según dicen, es enfermedad

incurable y pegadiza…

Cervantes

¿Recuerdas, madre, los días

que íbamos al hospital

porque me sentaban mal

ciertas palabras? Decías

que era extraño, no entendías

cómo una palabra llana

sólo por llana era insana

causando un dolor agudo

o esdrújulo. Y nadie pudo

aclararlo. Una mañana

me atoré con un prefijo

y cuando me socorriste

solamente repetiste:

¡pero hijo!… ¡pero hijo!

Fuiste al médico y te dijo

que desde entonces me dieras

sólo palabras enteras,

de dos sílabas lo menos.

Consultaste a otros galenos

y de distintas maneras

todos dijeron lo mismo:

-Escoja cada palabra,

si tiene dudas no abra

la boca; mejor mutismo,

que el virus del silabismo

y la atrofia lexical.

Todos en el hospital

me llamaban El poeta.

El repentista-probeta.

Niño-lecto-escrito-oral.

Y tú, nerviosa, ¿recuerdas?

Escogías el arroz

primero y luego la voz

y los silencios, ¿te acuerdas?

Separabas como cuerdas

de un violín los adjetivos

neutros de los sustantivos

y estos de las conjunciones

y éstas de preposiciones

y éstas de demostrativos.

¿Recuerdas que los demás

niños temían quedarse

a mi lado y contagiarse

y no ser niños jamás?

No lo recuerdas, quizás,

pero yo sí lo recuerdo.

Y todavía me pierdo

algunas veces, me escondo

de los demás en el fondo

de mí mismo, o me hago el cuerdo

para que nadie se asuste

de esta enfermedad tan rara.

Tengo marcas en la cara

que dudo que a otros les guste:

marcas de mi desajuste

entre mudez y elocuencia.

Marcas de mi pertenencia

al club de la oralitura.

Marcas de sana locura,

de diabólica inocencia.

Y el último especialista

en dolencias infantiles

te habló de voces hostiles,

de llevarme a un exorcista.

Perdona, madre, que insista,

¿pero recuerdas el día

en que nadie te creía

que la fiebre que me daba

tan solo se me quitaba

leyéndome poesía?

Bueno, pues, sobreviví.

Ya voy a cumplir cuarenta

y aún la voz experimenta

grandes trastornos en mí.

Enfermo crónico, sí.

Crisis de sana locura.

Crisis de literatura.

Crisis de locuacidad.

Sí, madre, esta enfermedad

creo que no tiene cura.

____________________________________________-
Alexis Díaz-Pimienta (La Habana, Cuba, 1996). Escritor y repentista. Ha publicado hasta 2018 un total de 39 libros en diferentes géneros: novela, relatos, poesía, ensayo, literatura infantil y juvenil. Su obra ha sido traducida a varios idiomas (inglés, francés, alemán, italiano, árabe, búlgaro, finés, portugués, japonés y farsi), en antologías y revistas. Ha obtenido prestigiosos premios nacionales internacionales en Cuba, México y España (7 de poesía, 3 de novela, 4 de relatos y 4 de literatura infantil y juvenil). Su último libro publicado en España es El deseo sexual de las estatuas” (poesía, Huerga y Fierro, Madrid, 2018).