"Uno de los mejores narradores cubanos de la hora presente"
(Juan Bonilla)

Del Blog de Díaz-Pimienta

jul
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UNA ITALIANA EN LA HABANA

Publicado por Alexis Díaz Pimienta el 20 julio 2018 a las 4:41 pm
Hoy la firma invitada al Blog de Oralitura es la profesora e investigadora italo-mexicana Caterina Camastra, quien estuvo recientemente de visita en Cuba y no pudo sustraerse a escribir en décimas (incluyendo una "octava cimarrona") este canto de amor a su capital, La Habana. Las décimas se explican solas. ¡Bienvenida, Caterina! (Como siempre esperamos comentarios.)


Te quiero, La Habana (seis espinelas y una octava cimarrona)




Caterina Camastra en La Habana (selfie, cortesía de la autora)


Cómo te explico, La Habana,
La Habana, cómo te cuento,
no me alcanza el pensamiento
ni la palabra, tirana,
puede abarcar la mañana
entre las calles y el mar.
La Habana, cómo explicar
lo que a mí me significa
la estrofa se me complica
para este inmenso lugar. 


La Habana, poema urbano,
concierto de disonancias,
desaliñada elegancia,
pañuelo de encaje en mano,
porte altanero y ufano
de princesa tropical,
La Habana del vendaval
que barre el aire y las horas,
La Habana, antigua señora
que se mece en su portal.

La Habana del malecón,
La Habana calles adentro,
La Habana de fuga y centro
entre avenida y rincón,
La Habana en cada balcón
de aristocracia perdida
donde la ropa tendida
se inventa como pendón. 

La Habana con tu escondida
magia, con tus dioses
La Habana, tú, cuando coses
hechizos, eres lucida.

Yemayá fue mi amiga 
hubo algún otro que no,
hice enojar a Shangó
por despreciar su aguacero,
entonces estalló un trueno
cercano, y me estremeció.

Me dice “niña preciosa”
La Habana, con sus engaños,
a mis cuarenta y un años
qué risa me da la cosa.
La Habana, ciudad tramposa,
tú y yo sabemos por qué,
mas si “niña” escucharé
de cada guapo que veo,
miénteme, que yo te creo
y ya no me quejaré. 

Mil y un kilómetro andados,
la mejor dieta: La Habana,
que si eres vegetariana
te lo pone complicado.
Aquí sí que he adelgazado
y ahora debo partir
justo cuando iba a lucir
delgada como un estambre,
aunque me muera de hambre
no me quiero despedir.

La Habana, llevo conmigo
innumerables cafés,
un beso que no acepté,
libros (mis mudos testigos)
los versos de mis amigos,
la luna por la ventana,
el sol de cada mañana,
las caminatas costeras.
Yo no sé si tú me quieras,
mas yo te quiero, La Habana.

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